viernes, 12 de septiembre de 2014

MIEDOS Y TEORÍAS SALVAJES

He mirado debajo de la cama,
dentro del armario ropero,
tras las cortinas de la ventana...

Nadie se oculta en mi penumbra,
en la oscuridad que creo al cerrar los ojos,
al taparme la cara con la almohada.

Nadie respira en el silencio tenso
de mi miedo infundado.


De Los detectives salvajes a Las Teorías salvajes, la primera novela de Pola Oloixarac. Es de aquellos libros que me entran por la vista y que empiezo a leer con cierta predisposición a que me encante, aunque no sabría qué decir ahora que ya lo leí. En dos tardes de piscina y dos siestas sin dormir acabé con sus 275 páginas, tal vez me precipité, lo debí leer menos atropelladamente para ir digiriendo la gran cantidad de citas, referencias y alusiones (de las que muchas seguro no entendí). 

Lo que tengo claro es que agradezco siempre una lectura diferente y ésta lo ha sido para mí.


Hace poco hablaba de películas que quería ver, y una de ellas, Arrebato, me dejó con más dudas que la novela de Pola. ¿Es cine? ¿Es un experimento? Da igual, no había visto nada similar hasta ahora (y es de 1980). ¿Cómo un film tan hermético puede resultar una bocanada de aire fresco? Debe ser que necesito más rarezas que contrarresten la monotonía que llega a mi pantalla, bueno, de vez en cuando me tropiezo con alguna joyita...


Me gusta usar las agendas como libretas de notas y las cajas de lo que sea para guardar tesoros. Por eso recibir estos tres regalitos sin motivo aparente me ha parecido un bonito detalle.


11 de septiembre y cumpleaños de Miguel 
Siempre es festivo y siempre lo celebramos (a diferencia del mío). Este año, con una barbacoa en el patio (que tanto trabajo nos está dando desde hace meses y que aún veo a medias). Montamos brochetas, preparamos hamburguesas auténticas y emborrachamos a los asistentes, así todos contentos!

Mi regalo para Miguel: unos zapatos comprados en Bangkok que gritaban su nombre!


Su auto-regalo: otros zapatos, por si no volvemos a Tailandia en mucho tiempo...


Y otro de los regalos: un muñeco, porque alguien piensa que a nuestro cuarto de baño le faltan más juguetes...

martes, 9 de septiembre de 2014

ÉRASE UNA VEZ UN PUEBLO TAN PEQUEÑO...

Como es habitual en Myanmar, el trayecto de autobús fue más corto de lo que nos dijeron y en vez de llegar a las 6 de la mañana lo hicimos antes de las 3 de la madrugada. Lo que nos supuso pagar una noche más en la Golden Lily Guest House (puede parecer barato 14$ (AD), pero en un país dónde los guiris comemos por 1$ no lo es tanto).

Imaginaos a vuestro abuelo recibiendo a un extranjero en su casa, así fue nuestra entrada en la Lily Guest House. Nos hospedamos en una pintoresca habitación, con lavabo al fondo, y un porche muy acogedor que servía de punto de encuentro para mochileros y mirador del pueblo. 



Después de tantos días de pasar calor, agradecimos la agradable temperatura de Kalaw. El pueblo en sí no tiene mucho que ver, pero nosotros estuvimos muy a gusto y es uno de los puntos más importantes para hacer trekking en Myanmar.



Pagoda Aung Chan Tha Zedi
Con su estupa recubierta de pan de oro.




Ese día el mercado estaba cerrado, aún así nos dimos una vuelta por los puestos de comida.



Incluso en medio de las montañas las nuevas tecnologías hacen furor entre los jóvenes.




No nos pudimos resistir a estos rollitos dulces deliciosos...


Nos refugiamos de la lluvia y de paso comimos en una terraza en la carretera principal, como el pueblo es tan pequeño desde allí veíamos pasar a la gente y estuvimos muy entretenidos un buen rato.



Pagoda Theing Taung
Después de comer fuimos a visitar esta pagoda, que está en una colina sobre la carretera principal, desde arriba disfrutamos de unas bonitas vistas de Kalaw.


Al llegar nos sorprendió el recibimiento de esta simpática mujer que nos pidió que entrásemos a ver la pagoda y el tesoro, mientras un buen número de mujeres en corrillos hablaban de sus cosas. Parecía un club social.



Vistas de Kalaw desde la pagoda.


Por la noche elegimos este nepalí para cenar, muy lujoso para lo que estábamos acostumbrados! Aunque no supimos elegir los platos, cenamos bastante bien.


Cuando ya nos íbamos a dormir pasamos delante de un pequeño local que nos llamó la atención porque se oía gente tocando la guitarra y cantando. En un primer momento pasamos de largo pero las ganas de tomar algo nos hizo darla vuelta. 

Fue todo un acierto y un bonito recuerdo, ya que después de pedirnos dos Mandalay ron a palo seco (otro acierto, riquísimo y tirado de precio), la cosa se fue animando, y de un chico tocando la guitarra acabaron siendo cinco tocando y cantando al unísono (aunque pudieron ser seis, ya que al saber que éramos españoles no tardaron en ofrecerle una guitarra a Miguel, ¡qué ilusos!), lástima que teníamos que irnos porqué al día siguiente madrugábamos para el trekking.

Ese fue nuestro primer encuentro con una pareja de alemanes con los que coincidiríamos durante varios días, no en visitas a templos, pagodas, ni excursiones culturales, sino cuando caía la noche y nos íbamos a tomar cervezas ellos aparecían de la nada siempre con una copa en la mano.


Este también fue el día en que Miguel conoció a Borja y a Silvia, pero eso es otra historia...

miércoles, 3 de septiembre de 2014

DE EXCURSIÓN POR BAGO

Revisando las fotos de Bago me he quedado bastante parada, no recordaba que Miguel hubiese fotografiado a tantas personas ni que hubiese captado tantos momentos cotidianos, me ha costado muchísimo elegir unas cuantas porqué todas me parecen preciosas.

Alojamiento
Este hotel es definitivamente el que menos nos ha gustado, la habitación normal y corriente pero muy muy sucia, todo, absolutamente todo, estaba sucio: suelo, baño, vasos con hormiguillas dentro y roñita decorativa... La recepción parecía un bar donde un grupo de amigos mataban el tiempo, un chico que no levantaba la vista del móvil ni para darte la llave, a quien preguntabas y hacía como quien oye llover... Llegamos tan debiluchos que ni que nos hubiesen escupido nos hubiésemos puesto a buscar otro sitio, pero no se lo recomendaría a nadie.



El primer día teníamos una lista de sitios que queríamos ver y cogimos un par de motos (con su conductor) para que nos llevaran, tuvimos la mala suerte de que no paró de llover. Yo que habré subido a una moto dos veces en mi vida, al principio iba "un poco" acojonada, porqué la carretera es la ciudad sin ley y no parece haber carriles, ni direcciones y cada uno va por donde puede y pita mucho para conseguirlo. 



Monasterio Kha Khat Wain Kyaung
Fuimos al monasterio durante la hora de estudio de los monjes y pudimos entrar en alguna estancia, como el comedor y la cocina. Se trata de uno de los mayores monasterios de Myanmar, que acoge a miles de novicios y monjes.





Pagoda Shwemawdaw
La estupa mide 115 metros de altura y para acceder hay que subir por unos pasillos y escaleras cubiertos con tiendecitas a los lados.





Snake Monastery
El templo de la serpiente no nos ocupó mucho tiempo, creemos que se trata de una visita bastante prescindible. En él se encuentra una pitón enorme cuya vida está ligada a la de una mujer (representada en la estatua de la imagen), según nos explicó nuestro conductor, y cuenta la leyenda que la serpiente es la reencarnación de un trabajador que estaba construyendo la pagoda y murió sin haberla terminado.



Pagoda de las cuatro imágenes
Detrás de esta pequeña y diferente pagoda se encuentra un jardín con varios budas sentados.



Detrás de la anterior pagoda y sin una sola persona alrededor, vemos este buda gigante recostado, tras pasar por una entrada bonita pero situada en medio del campo.




Pagoda Shwethalyaung
En su interior se haya el buda reclinado más grande de todo el país, data del siglo X. Estuvo 130 años oculto en plena jungla hasta que fue encontrado y restaurado.







Pagoda Mahazeti
¡Cómo no, otra pagoda más! No sé si os estáis dando cuenta de que Myanmar es el país de las pagodas, las hay a miles, sólo cuando llevas unas cuantas vistas empiezas a diferenciar sus estilos.





Cenamos en un sitio un poco caro, o nos cobraron mucho a nosotros, pero la comida estaba muy buena.



Y de vuelta al hotel, paramos en un puestecito de comida que vimos muy animado a tomar un té y unos dulces. Esa noche hacía un calor especialmente pegajoso y el humo del fuego no hacía sino incrementar la sensación de bochorno, pero allí sentados estuvimos la mar de bien! 

¡Qué lástima que las fotos no reflejan la amabilidad con la que nos han tratado los birmanos!



Al día siguiente, fuimos a la zona del mercado y recorriendo sus calles presenciamos momentos de su día a día que nos regalaron con toda naturalidad.












Al igual que muchas partes del país, la gente se nos acercaba interesándose por saber de nuestra procedencia y qué íbamos a visitar en Myanmar. Nunca habíamos saludado a tanta gente en un lugar en que no conocíamos a nadie.







La mujeres, a diferencia de los hombres, cuando ingresan en el monasterio destinado a ellas, visten túnica rosa. Comparten con ellos el hecho de raparse la cabeza al cero.




¿Adivináis de que está hecha esta pasta de apariencia tan peculiar? Es pescado triturado y sirve para condimentar algunos de sus platos. 




Las maderas y piedras redondas de la imagen de abajo sirven para fabricar su famoso tanaka, que es la pasta de color beige que se aplican en la cara para protegerse del sol.




¡Atasco en el mercado! Ni los birmanos se libran de las horas punta, ya están llegando los "beneficios" de la vida moderna.





Pagoda Kyaik
Después de una gran pateada llegamos a esta impresionante pagoda situada en las afueras de Bago. Mientras te vas acercando puedes observar los cuatro budas sentados en medio del campo.




Justo antes de coger el autobús hacia Kalaw presenciamos un partidillo de fútbol sobre asfalto, sólo apto para los pies de cuero birmanos, ya que para ellos era como jugar sobre césped.