Decidimos contratar el trekking con Sam's Family con la condición de que fuésemos unos cuantos para así abaratar costes y gracias a ese empeño ahorrador (del que Camilo, ya os lo presentaremos más adelante, puede dar constancia y con el que bromeábamos con llamarnos "Roñosos por el mundo") conocimos a Silvia y Borja.
Empezamos a andar siguiendo los pasos de nuestros jóvenes y simpáticos guías.
Desde el principio pudimos disfrutar de la belleza de los campos y cultivos y vimos a familias enteras trabajándolos, tal vez un poco extrañados de que despertaran tanto interés en nosotros.
Aunque nos sorprendió la escasez de fauna: nos explicaron que en esos parajes habitaban gatos salvajes, arañas letales, serpientes venenosas y muchos más animales con los que no te gustaría tropezarte, pero nosotros a duras penas vimos un par de bichos!
Pasamos por muchos arrozales, ofreciéndonos unas vistas preciosas.
El primer día, hicimos una parada antes de comer en uno de los poblados cercanos, habitado por una de las etnias que se diferenciaban por el color de sus ropas. Vestían pañuelos de vistosos colores que tejían ellos mismos.
Algunos de los cultivos que pusimos ver eran de guindillas, cacahuetes, patatas...
Parada para comer: los guías nos prepararon una rica comida (quiero hacer una recopilación de todos los platos que fotografiamos y que no pongo por no saturar las entradas de fotos) y a demás entraba muy bien por la vista!
Por la tarde seguimos subiendo, aunque el trekking seguro que era de baja dificultad porqué no nos resultó nada duro!
Aunque, de momento, no se avistaba ningún poblado cerca, a lo largo del camino a menudo nos cruzábamos con gente transportando alguna cosa o trabajando los campos.
Nos dio la sensación de que la comunidad trabaja unida y se reparten entre faenas del campo, cuidado de los niños y confección de utensilios (como estos cestos).
Llegamos al poblado donde pasaríamos la noche bastante sudorosos, al lado de la casa un pozo suministraba el agua para el aseo, preparar la comida, etc. Nos lavamos la cara y las manos y poco más... Sí, y los dientes, ¡qué gustazo!
El suelo era tejido de bambú y parecía que no fuese a aguantar el peso de los que subimos, por lo que nos movíamos con sumo cuidado. Por lo demás, parecía un lugar muy confortable y acogedor.
Recorrimos el poblado entero, encantados de ver sus casas y adivinar su modo de vida y de ver a tanta gente, sobretodo niños.
Miguel haciendo amigos (sobornándolos con caramelos jejjee!!). Fuimos la atracción de los niños del pueblo...
Preparados para pasar la noche en nuestra sala-de-estar-comedor-dormitorio, bien protegidos por el altar de la familia y bajo nosotros el establo, los bueyes y la montañita de estiércol.
Durante el camino Silvia y yo hablamos muchísimo de educación, compartiendo puntos de vista y experiencias (coincidí con una educadora de infantil y educación especial, me tocó la lotería!!) pero esa noche hablamos mucho de cine y música y de nuestras respectivas ciudades, Madrid y Barcelona. Fue una noche genial para mí!
Retomamos la marcha. Impresionados junto a uno de los inmensos árboles de buda que vimos durante el trekking.
En cada poblado, por pequeño sea, encontramos un colegio y muchos niños y niñas!
Comenzamos la bajada con el Lago Inle al fondo, ya teníamos la meta a la vista.
Final del trekking y pago de la tasa del Lago Inle.
En este canal cogimos la barca para atravesar el lago y llevarnos a Nyaungshwe, donde se encontraba nuestro hotel, el recorrido es de lo más bonito (el agua parece leche con cola-cao sí).
Y ya os podéis imaginar de qué irá la próxima entrada (si no cuelo otro temita antes), efectivamente, toca lago!
Y ya os podéis imaginar de qué irá la próxima entrada (si no cuelo otro temita antes), efectivamente, toca lago!
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