He sucumbido al caos. Llegó un poco antes que la Navidad, con los preparativos previos: un día subimos un par de cajas del trastero, otro día empezamos a decorar, a cambiar cosas de sitio, yo empecé a hacer listas casi a diario "cosas pendientes", "ideas menú Reyes", "ideas regalos", etc. Perdía algunas y las rehacía... Entretanto, mis sueños me alertaban de que este estado de todo a medias me altera un poco; soñé que cogía un autobús que me llevaba muy lejos y no conseguía regresar a casa tras múltiples intentos; luego soñé que perdía mi móvil en una ciudad que no conocía y no conseguía contactar con nadie... Este tipo de sueños resultan muy agotadores, desde entonces no consigo madrugar como acostumbro, renunciando por ello a esa horita a solas con mis cosas (mientras todos duermen ;)).
Tengo tantos temas pendientes para escribir que no me centro en ninguno. Fui a la biblioteca con Juno (por segunda vez en su vida), cogí prestados dos libros y no paso del segundo capítulo de uno de ellos. Son Informe del interior (2013) de Paul Auster, editado por 62 Edicions, y Una cosa para explicaros (2009) de Hanif Kureishi, editado por Anagrama. En medio de un silencio tan escrupuloso sus ruiditos resonaban como el eco. Iba con un par de libros anotados y al no encontrarlos no sabía qué nuevas opciones elegir, vi entonces, en un pequeño atril, el mastodonte 1001 libros que hay que leer antes de morir, y aunque me encanta hacer listas soy muy crítica con las listas y con que nadie me diga lo que "debo leer", pero lo ojee, y aunque vi tres o cuatro títulos que no me entusiasmaron, leí el nombre de Hanif Kureishi y pensé: pues a ver si hay algún libro de este escritor. Y así fue como vino a parar a mis manos. En la contraportada, animaba a su lectura avanzando que ocurría un brutal suceso, pues no he tenido ni la curiosidad de tratar de llegar a ese punto del libro.
Estoy en un momento de actividad, me apetece mucho hacer cosas con las manos, voy picoteando mil proyectos distintos y no acabo nada porque cuando no me falta una cosa me falta otra (entonces hago una lista de "cosas que necesito para acabar proyecto A, B, C...").
¿Habéis leído el libro Mi escuela sabe a naranja? Pues mi casa huele a naranja, ya os explicaré porqué, es muy de profesor/a esto de las naranjas, ya lo veréis, pero es una gran idea, tal vez por estar al alcance de cualquiera. Y estoy encontrándole utilidad a la cantidad de tarros de vidrio que guardo (hasta después de Reyes no puedo desvelar uno de sus usos, el resto los estoy llenando de botones, plumas de colores, cuentas...). La máquina de coser va del armario a la mesa día sí día también. Y Juno, lleva días interesadísima en sus manos, y observar sus gestos, como se las mira, como las mueve y como se las rechupetea me descubre nuevas facetas de su personita, a la vez que me hace darme cuenta de lo rápido que va todo...
Para romper el hielo, y empezar por algo, os voy a hablar de focaccias. Hace tiempo que mi tía nos enseñó a hacerlas, a mis primas, a mi hermana y a mí, en una de nuestras estadas en su casa de Dorria. Esta última vez, volvimos a hacer focaccias con ella, y nada más llegar la hice en casa y me salió bastante bien. Después, decidí que, en vez de rectangular y grande, haría varias y redondas. He ido haciendo, como ella que lo hace todo a ojo, yo he ido improvisando hasta hacer unas bolas pequeñas de queso, tomate deshidratado y romero. Es una de las recetas más sencillas del mundo y perfecta para hacer en casa con niños.
Mis mini focaccias
La masa
- Ingredientes (todo a ojo)
- Harina
- 1 sobre de levadura
- Sal
- Aceite
- Agua templada
Cómo hacerla
Yo vierto los ingredientes en una bandeja: primero la harina y la levadura pasadas por el colador (tamizadas) y la sal, y mezclo bien. A continuación, añado el aceite y el agua ¡y empieza la fiesta! Amaso hasta que la mezcla se desprende de los dedos, siempre tengo que rectificar con un poco más de agua o harina hasta conseguir la textura perfecta. Entonces hago una gran bola, que envuelvo con un trapo, y dejo reposar 30'. Pasado ese tiempo, convierto la bola en un churro que corto en trocitos, y vuelvo a hacer bolitas que pongo sobre una bandeja con el papel de horno encima, y de nuevo de 20 a 30' de reposo. Precaliento el horno a 200 ºC
- Los condimentos (al gusto)
- Tomate deshidratado
- Queso (mozzarella o similar)
- Hierbas aromáticas
- Olivas...
Y ahora es el momento de personalizar las mini focaccias: les hago un agujero en el centro (que acaban siendo cazuelitas), pongo un poco de aceite, queso cremoso (mi tía usa mozzarella, yo la mezclo con queso de cabra o cualquier otro queso que le aporte sabor), tiras pequeñas de tomate deshidratado y orégano (es la hierba que tengo y le queda muy bien) y cierro un poco la cazuelita volviendo a redondear la masa. Et volià!
Antes las hacía más grandes, me gustan más las pequeñas.
Buen provecho a quien se anime a hacerlas y feliz año nuevo si no escribo antes :)