Tal vez esta sea la última entrada que escribo antes de irnos de vacaciones, así que voy a tener unas semanitas el blog abandonado.
Hace poco me compré una libreta grande, como las que usaba en el colegio, para escribir en sucio. Necesitaba un lugar donde poder verter pensamientos desordenados, tachar, anotar ideas sueltas, garabatear... todo o que en las libretas bonitas me da pena hacer, aunque a veces acabo haciendo. Pues esta libreta, que me llevo conmigo de viaje, será mi "blog" hasta la vuelta, y espero después tener el tiempo y las ganas de transcribir algunas cositas aquí.
¿Por dónde empiezo? Fin de curso, vale, ¡qué fin de curso más intenso! Pero si algo he aprendido con los años es a organizarme de modo que los últimos días de escuela sean lo menos estresantes posible. Aquello de quedarme recogiendo mis cosas hasta las tantas agotada ya pasó a la historia, ¡menos mal! Ahora puedo disfrutar de la despedida, que ya es bastante intensa de por sí. Si algo destacaría de mi grupo de este año es que las familias han sido encantadoras, me lo han puesto muy fácil, y el ambiente ha sido inmejorable.
Y justo en plena formación de la escuela de verano, uno de esos días en que llegué a casa pegajosa, hambrienta y cansada, recibí un mensaje precioso de A., a raíz del cuál me releí (lo hago poco) para ponerme yo también del otro lado, del de lector del blog. Así redescubrí escritos y fotografías que ni recordaba, detecté algunas faltas ortográficas y de redacción (que siempre se cuelan, ¡mira que me da rabia!), aunque no he querido corregir nada porque también forman parte de mi evolución, que es lo que más he notado, como he ido cambiando a medida que me he ido soltando y cogiendo confianza.
Y ahora a lo que voy, que va de hilos la cosa, porque en educación a menudo nos referimos a ellos.
El hilo como símbolo ya aparece en la mitología griega, con el famoso hilo de Ariadna (hija de Minos y Pasífae, reyes de Creta), que ayuda a Teseo (rey de Atenas e hijo de Etra y Egeo) a orientarse por el laberinto (construido por el famoso Dédalo) y acabar con el Minotauro (nacido de la unión entre Pasífae y un toro blanco enviado por Poseidón).
En la mitología romana se habla de las parcas (personificación del destino), las tres hermanas hilanderas (nacimiento, vida y muerte) que tenían en sus manos los hilos de la vida de cada mortal.
También está presente en la tradición japonesa, en este caso es el hilo rojo del destino, que une a las personas predestinadas a estar juntas mediante un hilo rojo invisible atado a los meñiques de los dos sujetos.
El hilo conductor es un recurso que utilizamos a menudo para dar coherencia a cualquier propuesta, también nos gusta tirar de hilos cuando pretendemos descubrir más cosas a partir de algo, y evitamos dejar hilos sueltos si lo que queremos es no quedarnos con nada a medio hacer. Retomamos el hilo después de una interrupción y pendemos de un hilo cuando no sabemos que va a ser de nuestro futuro, por ejemplo.
Hasta llegar a los hilos de seda sobre los que andamos cuando nos referimos a educación: "Decía Loris Malaguzzi que las maestras de Reggio Emilia siempre tenían que andar sobre hilos de seda, porque su experiencia es fuerte y frágil a la vez, y está expuesta al tiempo y a los mil ojos que la observan de manera incansable." (Rosa Sensat, Jornada Aprendiendo a caminar sobre hilos de seda).
Los hilos, como los caminos, son líneas sobre las que andar, trazos que tienen un principio y, supuestamente, conducen a un final.
En todo caso, sugieren un recorrido.
De cada formación que me ha removido un poco por dentro he seguido tirando de sus hilos, incluso mucho tiempo después, cuando he encontrado unos apuntes con alguna frase inspiradora, un libro anotado o cualquier otro detonante que me ha llevado a querer saber más. Gracias a esta afición he aprendido muchas cosas, la curiosidad hace que cada nuevo hallazgo lleve a otro y otro... en una cadena infinita de sorpresas. Si bien es cierto que mejor no pretender abarcarlo todo, porque es prácticamente imposible, si puedes dejarte llevar por ese afán de ir abriendo cajitas mágicas, de ir encontrando pequeños tesoros.
De esta escuela de verano, que ya veo como algo lejano, qué curioso... Unas cuantas motivadas hemos querido seguir tirando de lo que tan generosamente David Altimir nos dejó: una propuesta de repensar nuestro papel como maestros en este momento de cambio vertiginoso y de confluencia de tantas miradas y modos de hacer. De lo que llamamos nuevas pedagogías, pedagogías alternativas, innovación. Creo que es, sobretodo, la necesidad de ir hacia alguna parte lejos de seguir repitiendo lo mismo de siempre, como si de una cadena de montaje se tratase.
Tal vez son las ganas de volver a enamorarse de la profesión, como en una relación un poco desgastada por la monotonía.
Cuando empiezas a reflexionar sobre un tema, en un contexto tan amplio como es el educativo, lo más probable es que necesites tiempo para investigar, cotejar, debatir, replantear y sacar tus propias conclusiones.
De la propuesta de manifiesto sobre el papel del maestro y la maestra en la actualidad impulsada por David Altimir surgieron puntos de partida para empezar a pensar, y eso queremos, seguir pensando y hacerlo con mucho rigor y tomándonos todo el tiempo del mundo. Tiempo, precisamente eso que parece que nos falta.
Estas ganas de seguir aprendiendo y hacerlo en comunidad, en equipo, nos lleva a crear un grupo de trabajo al que hemos titulado Ser maestros en la incertidumbre (Ser mestres ne la incertesa) y que lo formamos de entrada cinco personas que trabajamos en la etapa de Educación Infantil, pero nuestra pretensión es ampliar la mirada y la reflexión entorno al papel del maestro y la maestra más allá del 0-6, a toda la vida educativa.
Esperamos que vaya creciendo con la adhesión de personas que aporten pluralismo y más miradas para trabajar juntas, primero para conocer a fondo nuestro legado cultural, y a partir de ahí, seguir estudiando todas las aportaciones hasta nuestros días y poder dar forma al manifiesto. Poco a poco y con paso firme.