Supongo que a todo el mundo le pasa, que hay días en los que acumulas tantas emociones de las chungas que no encuentras la manera de parar el chumba chumba de tu cabeza. Hoy ha sido uno de ellos. Una mañana que apuntaba ser relajada y apacible se ha torcido taaanto... ¡Buf! Por mi incapacidad de ejercer eso tan sano (a veces) que es el pasotismo. Me lo merezco, por complicarme la vida innecesariamente.
Y a mi guerra particular, una batalla perdida de antemano: porque dos no dialogan si uno no quiere, porque hay quien cuando le hablas parece que vuelva a eso tan odioso que hacíamos de pequeños, sí, eso de taparnos los oídos y hacer ruido con la boca para no escuchar... Pues a eso se le suma la sentencia del juicio a la Manada, indignación, impotencia, rabia, incomprensión, indefensión, tristeza... Y reconozco que soy muy sensible a las injustícias, me duelen en el alma, me acaparan por completo y se quedan ahí enquistadas, bien agarraditas.
Esta tarde, cuando Miguel se ha ido a trabajar, me he quedado un poco en plan, ¿ahora que hago? Estoy demasiado negativa para pasar una buena tarde con Juno, y nadie parecía estar disponible, así que cogí a Juno y su bici y nos fuimos en coche al campo, hoy no me servían campos cercanos, necesitaba poner distancia con algo, apartarnos un poco del mundo. Y me ha funcionado estupendamente: me he olvidado de todo.
Gracias a Juno, a su curiosidad, a sus conversaciones (y monólogos) tan divertidas. Se ha entretenido en tirar piedras al río, en coger flores, en perseguir perros, saludar a sus acompañantes humanos, correr mucho justo en la dirección contraria a la que yo quería dirigirme, o quedarse plantada mucho rato persiguiendo a una hormiga...
Salvamos a este triciclo de la basura y lo tenemos adoptado en casa
Después nos hemos acercado a la biblioteca a recoger una película que tenía reservada: Capitán Fantástico. Y casi me arrepiento, porque "en la biblioteca no se da teta", y mi trastete estaba ya de bajón y con muchas ganas de teta, precisamente. Pero ha sido rápido, y he salido con un nuevo libro bajo el brazo, uno sobre la generación beat, porque ahora mismo estoy con Fugas de James Rhodes, y os aseguro que no es la lectura más indicada si tienes un mal día!
Ya os diré si lo recomiendo
Bueno, la entrada de hoy es terapéutica, escribir siempre me ayuda a ahuyentar mis fantasmas. Uy, ahora he escrito esto y me ha dado un poco de yuyu, mejor me voy a leer un rato sobre Kerouac, Burroughs, y no sé quién más y a ver si me duermo pronto y mañana siempre será otro día :)
Dues sessions no són pràticament res per abordar un tema tan tan extens com és el paper de l'adult, un tema ple de matisos, de connexions amb aspectes ben diferents però que tots estan connectats mitjançant una ovia o l'altra... Alguns de tant pes com és el concepte d'infant, d'altres que són transversals i, com les emocions, sempre hi són presents quan reflexionem sobre infància i educació, etc. En primer lloc, comparteixo un article que us pot ajudar a repensar la nostra forma de comunicar-nos amb els infants, i un dels tics més clars és l'abús del típic "molt bé" que acaba esdevenint un afegitó. Si voleu un punt de vista piklerià: Molt bé!
En segon lloc, una revista amb articles de personalitats imprescindibles dins del món educatiu, doneu un cop d'ull a la revista Tarbiya. Dins d'aquesta revista digital us recomano especialment l'article de la Valeria Bebchuk: La posición de no saber en la escuela infantil.
La posición de no saber en la escuela infantil
Valeria Bebchuk
Tarbiya (Revista de Investigación e Innovación Educativa del Instituto Universitario de Ciencias de la Educación. Universidad Autónoma de Madrid.)
Todos los números accesibles en pdf: http://www.uam.es/servicios/apoyodocencia/ice/tarbiya
El texto al que hago referencia pertenece al nº42 de la revista, a parte del artículo de Bebchuk, que recomiendo encarecidamente, y considero necesario para replantearse algunas prácticas muy habituales en las aulas de infantil, contiene otras lecturas muy interesantes de pesos pesados de la educación como: Alfredo Hoyuelos, Rocío Galindo,Meritxell Bonás, y otros que no tengo el placer de haber leído, ¡ahí voy! Pero vamos por partes, primero leed esta maravilla:
"Humberto Maturana (1999) denomina preguntas banales a esa serie de falsas interrogaciones que les hacemos a los niños y las niñas, preguntas que no son tales porque ya conocemos la respuesta."
"No pregunto camuflando mi saber, disimulando que sé la respuesta. Pregunto de manera genuina, auténtica, aquello que desconozco."
"Si presento lo que "yo sé" como una afirmación irrefutable, como una verdad que emana de la Ciencia, dicha afirmación conlleva la exigencia de ser obedecido ante lo cual mi interlocutor probablemente se someterá. Ante la demanda de exigencia o de control no hay posibilidad de colaboración. Este es el espacio de las conversaciones restrictivas, que disminuyen o anulan la libertad reflexiva (Maturana, 1999)."
"Decir que la opinión del alumno es una equivocación significa que la escucho desde un dominio de realidad diferente de aquel en que tiene lugar y donde es válida."
"En la convivencia escolar mi escuchar se torna elocuente: apunta a formar un hueco, una cavidad en la cual, al resonar los relatos y los diálogos, se vuelven posibles el asombro y la reflexión ante lo cotidiano. Desde un silencio atento y a la medida del hablar del otro puedo brindar una "hospitalidad absoluta". "El silencio es también una pregunta" (Juarroz, 1994, 95)."
"Es importante mantener vivas las preguntas y las teorías de los niños (y también sus fantasías), y seguirlos y estudiar cómo buscan respuestas y crean sentido en el mundo. Esto forma parte de un proyecto ético más amplio consistente en el establecimiento de una cultura en la que los niños y las niñas sean considerados seres humanos de pleno derecho, dignos de ser escuchados, y en la que no impongamos nuestros propios conocimientos y categorizaciones antes de que los propios pequeños hayan planteado sus preguntas y hayan formulado sus propias hipótesis (Gunilla Dahlberg, Peter Moss, Alan Pence, 1999)."
Per acabar un deixo els dos vídeos que us vaig posar (quina llàstima que els vam veure sense so) i que em tenen fascinada des del primer cop que els vaig veure, em van posar la pell de gallina d'emoció i tendresa, de meravella pura, crec que incideixen de ple en la sensibilitat de cadascú. I diuen molt més del que sembla; cal llegir entre línies molt sovint en la nostra professió.
Primer bany nounat (Lóczy)
Lactància materna: bebé troba el pit de la mare només néixer
Desitjo que us hagi estat útil aquest petit recopilatori i us animi a continuar investigant!
Este mes de abril, profesionalmente, me ha removido mucho, me ha removido más, si cabe. Con la excusa de preparar mi taller sobre el papel del adulto revisé muchas reflexiones que había ido dejando por escrito, muchas experiencias que me habían impactado, varias lecturas que en su momento fueron como chispas que encendieron distintos fuegos internos. Entendí la necesidad de releer, de revisar, para seguir creciendo, porque cada vez partimos de un punto distinto, siempre vamos un poco más allá, y los pensamientos que se extraen de los viejos o nuevos referentes tienden a ir evolucionando conforme vamos andando, avanzando, por el camino de nuestro propio crecimiento personal y profesional.
La predisposición con la que asistimos a una formación, escuchamos a un ponente o leemos un artículo, por poner algunos ejemplos, influye en gran medida en su capacidad de sacudirnos y transformar nuestros patrones de pensamiento y acción, eso ya lo sabemos. Hay quien es especialmente permeable y quien tiene una pequeña coraza resistente al cambio que no penetra ni el discurso más transgresor. Pero ayer, tuve la sensación de que el mensaje que se transmitió a través de la jornada llegó a los asistentes, no sé si a las 300 personas que nos acompañaron en este día especialísimo, pero sí a una inmensa mayoría (en vista de los comentarios que hemos ido recibiendo).
DOCUMENTAR, UN PROCESO COLECTIVO PARA REINTERPRETAR LA INFANCIA
(Jornada de Educación Infantil. Rosa Sensat. Barcelona)
Para mí fue una jornada peligrosamente decisiva, inquietante, culminante. Todos esos cabos sueltos con los que había estado jugando estos últimos días, sobretodo las preguntas y las dudas a las que andaba dándole vueltas, encontraron conectores, no respuestas, sino más cuerda de la que seguir tirando. Salí con ganas de luchar por cambiar de una vez la imagen social de infancia.
LA CULTURA DE INFANCIA NECESITA SER REVISADA
no lo podemos decir más alto, pero necesitamos ser más voces gritándolo
No quiero caer en el desencanto que me produce el autoengaño, basta ya de redactar documentos que poco o nada tienen que ver con la realidad que se vive en las escuelas, de repetir mantras sin sentido ¿vamos a ser capaces de una vez de ser sinceros, honestos y coherentes? ¿Cuándo nos atreveremos a hacer lo que decimos que hacemos?
LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA NO PUEDEN SER POLOS OPUESTOS,
NI SIQUIERA PUEDEN DISTAR UN POCO: HAN DE SER UN TODO
No es algo nuevo, de hecho es un pensamiento recurrente, creo que bastante extendido. A mí cada vez me genera más dolor de estómago. Que no exista una coherencia (indispensable) entre la teoría y la práctica, entre lo que decimos y escribimos y lo que realmente hacemos, debería preocuparnos. Yo hay días que me digo: chica dedícate a otra cosa, has echado por tierra todo lo que defiendes, todo en lo que crees. Nadar contracorriente es agotador, pero no es una excusa, después de un mal día siempre hay que mirar al futuro con propósitos de mejora.
La teoría, que en principio es un proceso de reflexión colectivo, una declaración de intenciones, un reflejar sobre el papel lo que se respira en el aula, etc., no puede ser como un trabajo de carrera en el que cuidas la forma (porque es lo único que conoces en ese momento) para ser bien evaluado.
Tal vez deberíamos volver a revisar nuestro concepto de infancia, ver si todo lo que vamos construyendo se tambalea debido a que falla la base. No es muy absurdo afirmar que cuando se trata de poner por escrito existe una tendencia generalizada a repetir los mismos conceptos, la retahíla de adjetivos que hemos leído en libros de educación; palabras copiadas y pocas veces reflexionadas. Si no fuese así, no nos delatarían los actos, como tan a menudo lo hacen. Si nuestra concepción de infancia no fuese, con frecuencia, más que una apropiación de frases que suenan bien, nada de lo que he escrito ahora tendría sentido.
Muchas veces, más de las que admitimos, no nos damos cuenta (o no queremos hacerlo) de que esa imagen de infancia que hemos dibujado no es real, si nuestra máxima preocupación es que los niños estén sentados, callados, hagan caso, escuchen al adulto, se interesen todos a la vez por las mismas cosas, y dancen al son que les marcamos a lo largo de la jornada escolar.
Y, por favor, no nos engañemos con un "estaban todos tan atentos", "es que les gusta mucho"... Acostumbramos (¿adoctrinamos?) a los niños a que el adulto dirige y decide qué, cómo y cuándo, así que ya no les sorprende que mientras ellos están creando un juego cargado de significado, con los compañeros que han elegido, de forma espontánea y libre, el adulto alce la voz para detener el mundo y exigir que todos le presten atención. Y los niños, como buenos operarios del trabajo-escuela se sientan como les han enseñado, callan y miran (si escuchan o no tampoco parece importar demasiado). ¿No les estaremos enseñando a ser sumisos? Vaya barbaridad acabo de decir, ¿eh? Placer, emoción e interés genuino son, demasiadas veces, substituidos por resignación, obediencia y apatía. Siento que hay esperanza cuando ante una situación así algún/a "rebelde" tiene el coraje de revelarse y sabotear la "actividad".
Me preocupa que el maestro se esté creyendo sus propias mentiras, y esté convencido, aún actuando de la forma que acabo de describir, que lo hace en consonancia con una imagen de infancia capaz y competente.
Si el adulto no se cuestiona sus prácticas educativas, si no cree que todo es mejorable, no se exigirá más, no deseará cambiar. Por el contrario, seguirá plantando el culo en su comodidad inamovible.
Las personas que tenemos un elevado nivel de autoexigencia siempre vemos que lo que hacíamos "antes" era mejorable, y no me refiero a aquello que hacíamos hace diez años, no hace falta exagerar el tiempo para sentirnos mejor, es necesario tener la humildad de confesar que incluso algo que has hecho hoy no ha sido demasiado acertado. Que después de reflexionar sobre algunos aspectos y rectificar y buscar una manera respetuosa y coherente de actuar, puedes caer de nuevo en la inercia que las circunstancias, tus vivencias, tus creencias (estas son duras de pelar), o véte a saber qué, te contagian y te arrastran al lado oscuro, y de nuevo debes revisar tus valores. Si no te engañas dejarás de buscar excusas y culpables, asumirás que reinterpretar la cultura de infancia empieza por ti mismo.
Tengo ganas de una escuela en la que el maestro calle y sea el niño quien tenga la palabra
Una escuela que no segmente ni encapsule
Una escuela en la que todo fluya, las personas, el tiempo, las sinergias, las relaciones
Una escuela donde estar tranquila y relajada
Una escuela que incluya a las familias de verdad
Una escuela que no detenga las dinámicas espontáneas para imponer una rutina totalmente sinsentido y descontextualizada como es hacer "el bon dia"
Una escuela humilde, que reconozca sus puntos fuertes y débiles, que no se regodee en la autocomplacencia
Una escuela donde los errores se vivan sin fustigarse, sin tener que pedir continuamente disculpas, donde el error no comporte un castigo, sino que sea el impulso para la autocrítica y la reflexión y el cambio
Una escuela donde las personas tengamos tiempo de hablar, hablar de verdad, sin tapujos, sin máscaras
Una escuela pequeña pero grande
Una escuela que no decore sino que cree ambientes para vivir
Esta entrada va destinada a las participantes del taller que doy en Rosa Sensat: Com actúa l'adult envers l'infant a qui diu competent, pero como todo lo que comparto, es público, así que a quien le sirva algo ¡suyo es!
Hola boniques!
Moltes gràcies per haver decidit apuntar-vos a la meva proposta de taller i donar-me l'oportunitat de compartir plegades experiències, pensaments, dubtes, incerteses i algunes anècdotes. I sobretot, per les vostres ganes de reflexionar sobre tantes qüestions que ens afecten en la nostra tasca docent i que no podem deixar de banda perquè tenim un ferm compromís amb aquesta apassionant professió que és ser mestre. Perquè ser un bon professional implica sempre intentar millorar, i perquè aprendre és inevitablement prendre consciència de la pròpia ignorància, no com un pal a la roda, sinó com un motor d'impulsió per no deixar mai de tenir curiositat.
A la primera trobada vam parlar molt, vau parlar molt, i va ser molt enriquidor. Crec que vam aconseguir crear un clima proper i motivador, diria que imprescindible per anar de dret als temes que ens interessen de manera particular i col·lectiva, i abordar amb franquesa allò que ens amoïna i que volem canviar. Amb tot plegat anàvem dibuixant una imatge d'aquest adult que acompanya a l'infant capaç, actiu, competent, curiós, lliure, únic, persona de ple dret, etc.
D'entrada us vaig dir que la meva intenció era crear un espai de reflexió conjunta, d'intercanvi, de crocreació, donar una petita empenta per a moltes futures reflexions. També us vaig advertir que esperava que sortíssiu amb més preguntes que respostes, perquè en cap cas la meva intenció era oferir una guia o una pauta, ni creure'm en possessió de veritats absolutes o portadora de receptes màgiques. Us vau adonar que el meu propòsit era el de transmetre la passió que em mou, i remoure-us si em deixàveu fent-vos sortir una miqueta de la coneguda "zona de confort".
No esperava trobar-me amb unes persones tan predisposades a mullar-se i a mostrar-se autèntiques i vulnerables, m'ho veu posar molt fàcil, em vau aportar moltíssim.
M'he pres la llibertat de resumir alguns dels punts que van anar sorgint al llarg de la conversa establerta dilluns passat i que cap de nosaltres va tenir ocasió d'anotar:
Recordo les dues cites
"Donar veu a la infància significa acreditar el seu dret a ser autors de la seva vida". (Sergio Spaggiari, director de les escoles de Reggio Emilia).
"Si l'infant és portador de teories, interpretacions, preguntes i és coprotagonista dels processos de construcció del seu coneixement, el verb més important que guia l'acció educativa ja no és parlar, explicar, transmetre, sinó escoltar". (Carla Rinaldi, fundadora de Reggio Children).
Aquesta segona cita extreta de l'article de la mateixa autora: Els pensaments que sustenten l'acció educativa (Revista Infància, nº 118 (gener/febrer 2001), p. 3-15).
Quan parla del paper de l'adult, diu així:
"L'adult no se sostreu al seu paper, sinó que el reexamina, mirant de convertir-se de transmissor en cocreador de saber i de cultura, acceptant amb una consciència plena la <<vulnerabilitat>> del seu propi parer juntament amb els dubtes, els errors, les sorpreses i curiositats. És una condició indispensable per dur a terme autèntics actes de coneixement i creació, actes que configuren la condició d'un <<mestre potent>>, l'únic adequat a un infant igualment <<potent>> identificat en la nostra teoria."
Més de la Carla Rinaldi, per si voleu continuar llegint: "Una pedagogia de l’escolta: una perspectiva des de Reggio Emília". (Revista Infància a Europa, nº 1 (2001), p. 3-6).
Conceptes
Van aparèixer conceptes com escolta, temps, presència, disponibilitat...
Aprofito per comentar que en Carl Roggers introdueix el concepte de disponibilitat com la "qualitat de presència basada en l'escola, la empatia, l'aptitud de posar-se en ressonància amb els pensaments i afectes de l'interlocutor. És una actitud de respecte profund envers l'altre".
Com parlem als infants
Vaig recórrer a un vell article de la Montserrat Fabrés que de forma breu i encertada posa el focus en aquelles conductes que fem els adults (i si, els mestres també o fins i tot més!) a l'hora de comunicar-nos amb els infants: Com parlem als infants (Revista Infància, nº 145, 2005).
Per exemple: el to de veu massa alt, exigent, directiu, la pressa, no donar temps suficient, el fet d'interrompre sovint el discurs de l'infant, les generalitzacions, parlar de l'infant com si no estigués al davant, pretendre que tot et faci quan a l'adult li va bé, generar competitivitat entre ells, els "carinyos" reiterats i mancats de sentit, treure importància a allò que potser la té per a ell...
Ser mestre en la incertesa
Us vaig parlar de l'Ángel Pérez: Qué merece la pena aprender en la era de la incertidumbre.
No va donar temps, però va sortir de passada, aquest altre article de la Christine Schuhl: La dolça violència de les pràctiques professionals. (Revista Infància, nº 172, 2010).
Demà continuem repensant el paper de l'adult i provem de reflexionar sobre la necessitat de fer autocrítica, detectar els nostres errors i veure'ls com a una oportunitat de millora. Fins demà!
Ya he salido del estado de shock y puedo contar lo que me pasó hará un par de meses, ahora tengo claro que no sé cómo actuar ante situaciones así y de que necesito ayuda. Por eso lo cuento, por si alguien me puede aconsejar.
Os hablé de que había empezado a frecuentar una biblioteca nueva y que un día tuvimos que salir corriendo porque cada vez que Juno abría la boca teníamos a la bibliotecaria encima. Fue desagradable por el doble rasero que aprecié en la conducta de la empleada, pensé seriamente que las voces de los adultos no le molestan en absoluto y la de mi hija mucho. Consiguió que no volviese a poner un pie en el espacio de prelectores, por suerte es, con diferencia, el que menos me gusta de todo el recinto.
Los hechos
Esta vez fue muy distinto, ese día fuimos a la biblioteca justo a la hora de abrir, cogí un libro del estante de intercambio y subí a la primera planta al espacio de famílias (dónde están los libros, revistas, que tratan temas de infancia, hay dos sofás y una mesita), me puse a leer muy a gusto, estábamos solas, y Juno que estaba cansada se puso al pecho a adormilarse.
Entonces oigo la voz de la bibliotecaria de este espacio (que no es la misma que la de la salita de los más pequeños) que me dice "lo siento porque estáis muy a gusto, pero en la biblioteca no se puede dar comida de ningún tipo", yo que no la había oído acercarse, levanté la vista sin entender nada, porque ingenua de mí, no relacioné pecho con comida, en esos instantes de incomprensión por mi parte, me sugirió que en todo caso fuese a la sala de los pequeños.
Las consecuencias
Tal vez soy muy sensible, pero este incidente ha sido suficiente para no sentirme bien recibida, es más, he pasado de ir dos veces por semana a estar todo este tiempo sin ánimo de volver. Ayer tenía que devolver un libro y no podía dejarlo en el buzón porque Juno hizo un garabato en la página en blanco del principio y entré a preguntar qué debía hacer en un caso así (me dijeron que comprar uno nuevo).
Una vez allí, no pude resistirme a bajar a la sala general a buscar algún libro para mí, entonces Juno quiso teta (¡¡¡oh, noooo!!!), mantuve la calma y le expliqué que en la biblioteca no se puede, pero ella no hizo caso y se me enganchó (me sentí una antisistema escondida en un pasillo dándole el pecho de estrangis). Creo que nadie me vio.
Lo que me entristece
Comprendí que dar el pecho nunca debería ser ilegal, nunca debería estar prohibido, y que tengo que hacer algo para ver si el reglamento de las bibliotecas municipales es tan drástico en este punto. Sobretodo porque durante la baja maternal, que paseaba mucho con Juno, cuando quería descansar y darle el pecho en un lugar confortable siempre iba a la biblioteca, era mi ritual, me sentía tan tranquila allí para darle de mamar (como madre primeriza al principio me costaba encontrar el lugar y el momento apropiado hasta que lo fui normalizando y todo fue mucho más fácil). No puede depender de la buena voluntad del personal de la biblioteca poder dar pecho o de la mala no poder darlo.
Y a partir de ahora, ¿qué, voy a estar temblando cada vez que dé el pecho en un lugar público? Pensando: ¿en la piscina municipal se puede?, ¿y en la consulta del médico? ¿O debo salir a la calle? ¿Me pueden echar de un sitio o pedirme que no lo haga?
El día que la señora de la biblioteca me llamó la atención, salí a la calle y me sentí muy triste, no estaba ni enfadada, me sentí impotente porque no había sabido qué hacer, le podría haber dicho que dar el pecho no es lo mismo que ponerse a comer un bocadillo, o que en ese preciso momento Juno estaba usando el pecho para dormirse, que no estaba merendando... También que en la sala a la que me enviaba no hay ningún asiento cómodo para los adultos, solo mesitas bajas con sillitas de plástico. Le podía haber dicho tantas cosas, incluso me podría haber salido una fresca, y no emití sonido alguno, me fui asombrada y alucinada.
No me van nada bien los parones, luego me cuesta arrancar. Se me acumulan las anécdotas, las recomendaciones, las historias que me apetece compartir y se me quedan caducadas en la nevera. Así estoy esta semana, que cada vez que me siento frente al ordenador a los cinco minutos lo apago por saturación, no sé por dónde empezar.
Rutinas
Después de Semana Santa volvimos a los madrugones, a la rutina que da pereza pero a la vez sienta fabulosamente (puñeteramente) bien, a la escuela por las mañanas y a las tardes lentas junto a Juno. Estrenar tercer trimestre escolar es como iniciar una larga cuenta atrás, parece que todo son prisas y yo quiero calma, saborear el final de un trayecto y que tarden en llegar las vacaciones porque verlas venir es casi tan bueno como vivirlas.
Zadie
Empecé a leer a Zadie Smith, por fin, después de tenerle ganas tanto tiempo, su novela NW London en concreto, aunque mi amiga perfecta me recomendó Dientes blancos. Y acabé con ganas de repetir.
Libros
Visité la librería que me recomendó María (mi pequeña fuente de inspiración) y me entusiasmó, allí descubrí Dolent de Lorez Pauli y Kathrin Schärer (Takaktuka) e Imagina de Aaron Becker (Kokoro), me reencontré con El Soldadito de plomo de Jörg Müller (Lóguez) y me quedé con las ganas de más títulos preciosos que me enseñaron en un rato que estuve allí. No desvelo el nombre porque quiero dedicarle una entrada toda toda para ella.
Documentales
Hace un par de días en A la carta de La2 vi el programa documental Crónicas destinado al maltrato infantil De niños y monstruos y sentí una impotencia ya conocida. Niños que mueren a manos de sus padres con el propósito de hacer daño a sus madres (alguien dirá que a la inversa también se dan casos. Sí, ya...). Alguien dijo con la frialdad de quién tiene el corazón reseco y acartonado que alejar a los hijos del maltratador de su madre no siempre es positivo, que les puede comportar daños en su desarrollo (no recuerdo exactamente las palabras que empleó, creo que dejé de escucharle, busqué en sus ojos un atisbo de humanidad que no me pareció encontrar por ningún lado, sigo creyendo en los ojos de la gente, y esos me helaron la sangre).
Otro documental que se me quedó grabado fue Fora de tot: els sensellar(fuera de todo: los sinhogar), lo dieron esta semana en el Trenta minuts (30') en la televisión de Cataluña TV3. Explican como en Finlandia han conseguido reducir el número de personas sin hogar hasta prácticamente erradicar este fenómeno, cuando en el resto de Europa las cifras no dejan de subir. Lo ha conseguido, además, de un modo permanente, no poniendo parches, ni soluciones temporales. Barcelona es una de las ciudades donde hay más personas sintecho de España, es una realidad que no me pasa en absoluto desapercibida, aunque la sensación es precisamente de desinterés por parte de los órganos políticos y de la ciudadanía en general.
La sensación que tengo es que como sociedad somos incapaces de una prevención eficaz en relación a muchos de los problemas con los que nos encontramos, y en mi opinión se debe a que no valoramos suficiente la educación como motor de cambio, será por eso que seguimos anclados en un modelo educativo desfasado...
Formaciones
Y hablando de educación, un par de formaciones muy interesantes que no sé si tendré tiempo y fuerzas para compartir, con la associacióamicsdelmartinet y la mía propia, que ha arrancado con más buen pie imposible, pero ya os cuento más en otro momento. Ya está bien para romper el hielo ¿no?
Alguien es el relato de una vida, son fragmentos de recuerdos que van acercándonos a un personaje de los más corriente, Marie. Los episodios cotidianos que vive de niña en su barrio, en los que aparecen sus padres, su hermano Gabe, sus vecinos, los Chehab, los niños que juegan a béisbol en la calle... Su primer desengaño amoroso, su primer empleo, su matrimonio, la maternidad, las inevitables pérdidas de seres queridos.
Es una vida sencilla y sin grandes acontecimientos, lo que da coherencia a la historia es precisamente la capacidad de dotar de relevancia a aquellos sucesos cotidianos, rutinarios, a las costumbres, al día a día.
La novela empieza con la mención a una vecina un tanto propensa a las caídas:
"La Pegeen Chehab salió del metro a la luz del atardecer. Llevaba el abrigo de entretiempo bueno, de color azul cielo; unos zapatos negros que le cubrían los empeines de los pies, más bien largos. El sombrero que llevaba era beig con una cosa oscura a lo largo de la copa, una pluma marrón o dos. Tenía los hombros un poco asimétricos. Andaba encorvada, a grandes gambadas..."
Y acaba recordando de nuevo a su destartalada vecina fallecida de una caída:
"El día antes de morir, la Pegeen se inclinó hacia mí, los ojos le chispeaban con su plan. Dijo, Si le veo, me pondré bien cerca. Haré como que cago, sabes, y me cogerá y dirá, Vuelve a ser usted? Alguien amable. Me dijo, pobre gorrión, pobre tonta: Ja veremos qué pasa entonces."
La novela la he leído en la traducción que hace Minúscula al catalán: Algú. En mi afán por leer todas las publicaciones de esta encantadora editorial que publica libritos en pequeño formato, fáciles de llevar y no demasiado extensos, por lo general.
Reconozco que he tardado mucho en acabar de leerla por completo, me encallé hacia la mitad del libro, cuando narra el período en el que Marie trabaja para el señor Fagin en la funeraria. Particularmente, me ha resultado un poco aburrida esta parte. Pero agradezco haber continuado porque me deparaba páginas de lo más interesantes.
Otro fragmento que me gustaría compartir:
"Mi largo calvario, como empecé a decirle, se había reducido también al daño que me hacían los pechos, que mi médico me había asegurado que marcharía pronto, cuando se me retirase la leche. Era más amable que el general, pero aún así hablaba de mis pechos y de la leche que producían con una sonrisa despectiva, como si todo aquel proceso fuese un vestigio de un tiempo primitivo - una costumbre de inmigrantes, como me había dicho una de las enfermeras de la planta cuando mi madre, que preguntaba una y otra vez porqué no amamantaba al niño, no estaba en la habitación-, un hábito biológico persistente que estas jóvenes madres, solo que tuviesen los medios, habrían conseguido romper hacía micho tiempo. Ninguna de mis amigas amamantaba a sus hijos, y la infección que tuve en el hospital no lo habría impedido, de todas formas. Cosa que no satisfacía a mi madre, que se miraba al niño que me hurgaba el hombro con la cabeza y decía: -Sabe lo que se pierde."