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sábado, 16 de mayo de 2020

DOCUMENTACIÓN "CUANDO LA MIRADA ABRE UNA PUERTA CERRADA"

La historia empieza con la excusa de emular una composición de imágenes de Bruno Munari titulada "Buscando la comodidad en una silla incómoda" (1944).

En realidad, me apropio la idea del hijo de una compañera del grupo de trabajo de literatura que emula dicha fotografía a partir de unas posturas y hace un montaje de vídeo que enseguida me llamó mucho la atención. Me dije, cuando tenga un rato hago algo similar, y así fue.

Busqué por el piso qué silla, sillón o sofá usar para tal fin con poco entusiasmo, no me convencía ninguno de mis muebles, y quería hacer el reportaje en el patio, más difícil todavía. Ahí fue cuando le eché el ojo a la carretilla desgastada y medio oxidada, era perfecta, ¡era la incomodidad pura!

Pero mientras preparaba el escenario, fue Juno quién mostró más interés por ser la protagonista de la performance, y así, ahora sí, surgió la semillita de la documentación. Ya veis que los comienzos, a veces, están llenos de casualidades y excusas, yo lo denomino oportunidades.

Ya tenemos la carretilla, falta el libro: Juno escoge el álbum ilustrado "Olivia", ¡perfecto!, portada de un cromatismo muy limpio, tres colores, un sólo elemento, ¡vamos bien! Ella ha visto el vídeo del chico que emula a Munari y sabe de qué va la cosa, hace calor, va por faena. En apenas cinco minutos ha adoptado todas las posturas que le apetece tomar y decidido que ahora pretende asumir otro rol.

Entra en casa y coge a su conejito, lo tumba en el sofá y juega a buscar maneras de que mire el álbum. Coge su cámara y dispara. ¡Un momento! Hasta ahora la observaba en un segundo plano muy discreto, pero conozco su impetuosidad y que muchas veces le puede la inmediatez. Le propongo que use una silla para apoyar la cámara, y entonces sí, la dejo hacer.

CUANDO LA MIRADA ABRE UNA CASA CERRADA


Buscando la comodidad en una silla incómoda

Buscando la comodidad en una casa confinada...

...en la inercia de los días.





Cuando la belleza de la creatividad se convierte en el eje de resiliencia.

 

Sostener (holding)

Tomando distancia nos vemos reflejados en el otro.






La fantasía, la invención y la creatividad piensan, la imaginación ve.

La carretilla, en conexión con la situación de confinamiento vivida, simboliza la casa. El lugar donde se da el encierro, donde nos vemos obligados a pasar más tiempo del que normalmente pasamos, lo que la puede convertir en un contexto incómodo e incluso claustrofóbico. Es el lugar de donde no podemos salir, sus paredes son las que nos privan de la libertad, las que nos separan del exterior, abierto e infinito.

El muro como símbolo de barrera, de contención. Aparece junto a la carretilla, es un binomio opresor, son los dos elementos clave que respresentan el encierro.

El álbum ilustrado es la metáfora de los días confinados, de la inercia, el bucle de cada día similar al anterior y al que vendrá después. Pero, sorprendentemente, a la vez representa la salida a caer en la apatía de la repetición, porque leer un libro, aunque sea el mismo, siempre es una puerta abierta a la imaginación.

El espejo y el sofá, cuando Juno ejerce de protagonista y toma las riendas del proyecto, elige el sofá como soporte: parte de la comodidad, del cuidado, del mimo; pero entra en casa, lo que a la vez supone un doble confinamiento. Tras el sofá el espejo, en este "enmirallarse", verse a través del espejo, ella se ve a sí misma a través del conejo, hace con él lo que quiso que hiciésemos con ella.

La documentación consta de dos momentos: El primero, cuando Juno asume el papel de modelo y prueba de acomodarse en el soporte imposible.  El segundo, cuando ella es quien acomoda y retrata desde su ángulo particular, las posturas en las que coloca al conejito. 

Lo primero que me llama la atención es el cambio de escenario, Juno elije el sofá, ya apuesta de entrada por el confort y trata al muñeco con ternura y cuidado, incluso poniéndole en posturas nada convencionales. Ahora ella ejerce de cuidadora y sostiene, lo que enlazamos con el concepto de sostener emocionalmente a un bebé, traspasa lo meramente físico. Finalmente, a través de sus propias fotografías podemos espiar lo que ven sus ojos. Esa mirada que traspasa el muro.

Esta documentación no tendría el valor que tiene si no fuese porque es un trabajo en equipo, han sido cuatro manos, cuatro ojos y dos cerebritos desarrollando una idea e intrepretando cada imagen, cada inciso, cada palabra.

Y sucedió así: después de fotografiar, anotar y observar con suma atención todo lo que iba aconteciendo, lo dejé madurar. Unos días después, me puse en contacto con Meritxell para que me aconsejara un editor de vídeo, y una cosa llevó a la otra.. No sé cómo decidimos desarrollar un pequeño proyecto de documentación pedagógica, quisimos sacar todo el jugo al material porque nos pareció muy potente lo que sin pretenderlo podía llegar a simbolizar. Nos otorgaba la posibilidad de reflexionar sobre la infancia confinada.

Editar una imagen ya era una forma de interpretarla, leer las imágenes a cuatro ojos buscando significados, conexiones e hilos conductores. Espero que lo disfrutéis y os de el empujoncito para tiraros a la piscina!

martes, 12 de junio de 2018

ESCENA DE JUEGO: MÉDICOS

Hace ya unas entradas, os comentaba que me había atrevido a empezar a documentar, algo que me estaba costando especialmente por no sentirme nunca lo suficientemente preparada para hacerlo con todo el rigor y la profesionalidad que me exijo. Y justo empiezo intentando documentar una situación de aula muy compleja, como es el tema de las relaciones. Me embarco en un proceso largo, que requiere de una sustancial inversión de tiempo de observación, de registros, de reflexiones... Y no exento de malas interpretaciones, al tratarse de un tema en el que son varios los protagonistas, muchas las situaciones y más aún las emociones que se dan. 

Pero el principal inconveniente, en este caso, es que pretender atender debidamente las necesidades del día a día en el aula, y tomar notas, fotografiar... para posteriormente, revisar, organizar y reflexionar sobre lo observado me estaba resultando imposible. Así que pongo los pies en el suelo y empiezo con lo más sencillo: documentar los momentos de juego de mi pequeña Juno. Espero que no se sienta jamás conejillo de indias, sinó verdadera fuente de inspiración y de fascinación.

Jugar a curar

Ese día, de vuelta a casa en el coche, Juno me contaba que en la escuela había jugado a que iba al médico y se tumbaba en la cama para que la curara. Me habló de "charingo" (jarabe) que "pica", de pinchazos, de "piernas enfermas" como la de la hija de Yolanda o la de Frida Khalo (aún está impactada por el accidente que sufrió Frida). 

Entonces me acordé de un fonendoscopio que guardaba para ella (de un médico que seguro ya ni ejerce), y que había olvidado por completo, estaba dentro de un maletín amarillo que llené con algunas cosas que tenía a mano: jeringuillas, tiritas, un espejito de dentista, algodones y el típico palo plano de madera de los pediatras de mi infancia. 

Juno tenía claras dos cosas: que no podía faltar el "charingo", y lo solucionó rápido con dos tarritos de cerámica de la cocinita. Y que las sábanas de los colchones de los médicos son lisas, por lo que me hizo desmontar la tela estampada que le puse con mucho esmero.

CURAR A LA NINA

"Porque tiene daño y tiene que tomar mucho mucho jarabe" 

(Esto lo ha aprendido en la escuela, seguro. Ella, que solo tomó un "jarabe" de bebé para su corazón y es imposible que lo recuerde, sabe que sirve para curar, y aunque en casa lo administra en cucharita de cerámica, en la escuela la he visto darlo a jeringazos a sus compañeros, algo más habitual).

Viendo como juega a dar jarabe me llama la atención que lo hace como si diera de comer: con paciencia, cucharada a cucharada... y mientras, le habla a la muñeca en un tono tranquilizador. Pero si a ella nadie le ha dado nunca así de comer, ¿dónde ha aprendido a hacerlo de este modo? Sin duda imitando las acciones de sus compañeros y compañeras.






CURARSE A SÍ MISMA

Me vuelve a sorprender poniéndose un termómetro ella sola: se tumba, extiende un brazo, coloca el termómetro en la axila, aprieta bien fuerte el brazo extendido contra el tronco y mira el aparato esperando leer algo. Otra conducta aprendida fuera de casa que reproduce con toda exactitud.

"Tengo fiebre. Es que estoy muy caliente, ¿sabes mama?"




Finalmente, quiso que me tumbara yo en la cama para darme jarabe, ponerme el termómetro... Y en cuanto descubrió que con el fonendoscopio se escuchaba el latido del corazón, ese fue el juego por excelencia: quería oír el mío y que yo escuchara el suyo, y así una y otra y otra...

lunes, 23 de abril de 2018

REINTERPRETAR LA INFANCIA

Este mes de abril, profesionalmente, me ha removido mucho, me ha removido más, si cabe. Con la excusa de preparar mi taller sobre el papel del adulto revisé muchas reflexiones que había ido dejando por escrito, muchas experiencias que me habían impactado, varias lecturas que en su momento fueron como chispas que encendieron distintos fuegos internos. Entendí la necesidad de releer, de revisar, para seguir creciendo, porque cada vez partimos de un punto distinto, siempre vamos un poco más allá, y los pensamientos que se extraen de los viejos o nuevos referentes tienden a ir evolucionando conforme vamos andando, avanzando, por el camino de nuestro propio crecimiento personal y profesional.

La predisposición con la que asistimos a una formación, escuchamos a un ponente o leemos un artículo, por poner algunos ejemplos, influye en gran medida en su capacidad de sacudirnos y transformar nuestros patrones de pensamiento y acción, eso ya lo sabemos. Hay quien es especialmente permeable y quien tiene una pequeña coraza resistente al cambio que no penetra ni el discurso más transgresor. Pero ayer, tuve la sensación de que el mensaje que se transmitió a través de la jornada llegó a los asistentes, no sé si a las 300 personas que nos acompañaron en este día especialísimo, pero sí a una inmensa mayoría (en vista de los comentarios que hemos ido recibiendo).


DOCUMENTAR, UN PROCESO COLECTIVO PARA REINTERPRETAR LA INFANCIA
(Jornada de Educación Infantil. Rosa Sensat. Barcelona)







Para mí fue una jornada peligrosamente decisiva, inquietante, culminante. Todos esos cabos sueltos con los que había estado jugando estos últimos días, sobretodo las preguntas y las dudas a las que andaba dándole vueltas, encontraron conectores, no respuestas, sino más cuerda de la que seguir tirando. Salí con ganas de luchar por cambiar de una vez la imagen social de infancia

LA CULTURA DE INFANCIA NECESITA SER REVISADA 
no lo podemos decir más alto, pero necesitamos ser más voces gritándolo

No quiero caer en el desencanto que me produce el autoengaño, basta ya de redactar documentos que poco o nada tienen que ver con la realidad que se vive en las escuelas, de repetir mantras sin sentido ¿vamos a ser capaces de una vez de ser sinceros, honestos y coherentes? ¿Cuándo nos atreveremos a hacer lo que decimos que hacemos?

LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA NO PUEDEN SER POLOS OPUESTOS, 
NI SIQUIERA PUEDEN DISTAR UN POCO: HAN DE SER UN TODO

No es algo nuevo, de hecho es un pensamiento recurrente, creo que bastante extendido. A mí cada vez me genera más dolor de estómago. Que no exista una coherencia (indispensable) entre la teoría y la práctica, entre lo que decimos y escribimos y lo que realmente hacemos, debería preocuparnos. Yo hay días que me digo: chica dedícate a otra cosa, has echado por tierra todo lo que defiendes, todo en lo que crees. Nadar contracorriente es agotador, pero no es una excusa, después de un mal día siempre hay que mirar al futuro con propósitos de mejora. 

La teoría, que en principio es un proceso de reflexión colectivo, una declaración de intenciones, un reflejar sobre el papel lo que se respira en el aula, etc., no puede ser como un trabajo de carrera en el que cuidas la forma (porque es lo único que conoces en ese momento) para ser bien evaluado.

Tal vez deberíamos volver a revisar nuestro concepto de infancia, ver si todo lo que vamos construyendo se tambalea debido a que falla la base. No es muy absurdo afirmar que cuando se trata de poner por escrito existe una tendencia generalizada a repetir los mismos conceptos, la retahíla de adjetivos que hemos leído en libros de educación; palabras copiadas y pocas veces reflexionadas. Si no fuese así, no nos delatarían los actos, como tan a menudo lo hacen. Si nuestra concepción de infancia no fuese, con frecuencia, más que una apropiación de frases que suenan bien, nada de lo que he escrito ahora tendría sentido.

Muchas veces, más de las que admitimos, no nos damos cuenta (o no queremos hacerlo) de que esa imagen de infancia que hemos dibujado no es real, si nuestra máxima preocupación es que los niños estén sentados, callados, hagan caso, escuchen al adulto, se interesen todos a la vez por las mismas cosas, y dancen al son que les marcamos a lo largo de la jornada escolar.

Y, por favor, no nos engañemos con un "estaban todos tan atentos", "es que les gusta mucho"... Acostumbramos (¿adoctrinamos?) a los niños a que el adulto dirige y decide qué, cómo y cuándo, así que ya no les sorprende que mientras ellos están creando un juego cargado de significado, con los compañeros que han elegido, de forma espontánea y libre, el adulto alce la voz para detener el mundo y exigir que todos le presten atención. Y los niños, como buenos operarios del trabajo-escuela se sientan como les han enseñado, callan y miran (si escuchan o no tampoco parece importar demasiado). ¿No les estaremos enseñando a ser sumisos? Vaya barbaridad acabo de decir, ¿eh?

Placer, emoción e interés genuino son, demasiadas veces, substituidos por resignación, obediencia y apatía. Siento que hay esperanza cuando ante una situación así algún/a "rebelde" tiene el coraje de revelarse y sabotear la "actividad".

Me preocupa que el maestro se esté creyendo sus propias mentiras, y esté convencido, aún actuando de la forma que acabo de describir, que lo hace en consonancia con una imagen de infancia capaz y competente.

Si el adulto no se cuestiona sus prácticas educativas, si no cree que todo es mejorable, no se exigirá más, no deseará cambiar. Por el contrario, seguirá plantando el culo en su comodidad inamovible.

Las personas que tenemos un elevado nivel de autoexigencia siempre vemos que lo que hacíamos "antes" era mejorable, y no me refiero a aquello que hacíamos hace diez años, no hace falta exagerar el tiempo para sentirnos mejor, es necesario tener la humildad de confesar que incluso algo que has hecho hoy no ha sido demasiado acertado. Que después de reflexionar sobre algunos aspectos y rectificar y buscar una manera respetuosa y coherente de actuar, puedes caer de nuevo en la inercia que las circunstancias, tus vivencias, tus creencias (estas son duras de pelar), o véte a saber qué, te contagian y te arrastran al lado oscuro, y de nuevo debes revisar tus valores. Si no te engañas dejarás de buscar excusas y culpables, asumirás que reinterpretar la cultura de infancia empieza por ti mismo.

Tengo ganas de una escuela en la que el maestro calle y sea el niño quien tenga la palabra 
Una escuela que no segmente ni encapsule 
Una escuela en la que todo fluya, las personas, el tiempo, las sinergias, las relaciones 
Una escuela donde estar tranquila y relajada 
Una escuela que incluya a las familias de verdad 
Una escuela que no detenga las dinámicas espontáneas para imponer una rutina totalmente sinsentido y descontextualizada como es hacer "el bon dia" 
Una escuela humilde, que reconozca sus puntos fuertes y débiles, que no se regodee en la autocomplacencia  
Una escuela donde los errores se vivan sin fustigarse, sin tener que pedir continuamente disculpas, donde el error no comporte un castigo, sino que sea el impulso para la autocrítica y la reflexión y el cambio 
Una escuela donde las personas tengamos tiempo de hablar, hablar de verdad, sin tapujos, sin máscaras 
Una escuela pequeña pero grande 
Una escuela que no decore sino que cree ambientes para vivir 
Una escuela donde vivir

miércoles, 14 de marzo de 2018

DOCUMENTAR: TODO A PUNTO

Hace algo más de una semana escribí una entrada sobre por donde he empezado a la hora de tirarme a la piscina de la documentación. Fue para ayudarme un poco a poner orden en mi cabeza, y compartir un proceso que no deja de generarme dudas.

En ningún caso voy a hacer un monográfico sobre documentación pedagógica, no voy a coger de cada lectura que me ha servido para comprender y situarme en el tema lo más relevante e hilvanar una especie de guía. No, aunque muestre públicamente mi proceso, es algo mío, no exento de errores ni titubeos. Me siento con la responsabilidad de aclararlo. Ahora, si las lecturas que os comento os son de utilidad, si mis pasos torpes os sirven de algún modo, me alegro.

Antes que nada, contestaré a la pregunta que dejé sin respuesta anteriormente: Sí, necesito documentar. 


Mis motivos para documentar

1) Quiero llevar a cabo una reflexión que me ayude a comprender ciertas situaciones, relaciones y conductas que he detectado. Y necesito que sea una reflexión compartida, poder mostrar, escuchar y debatir con otros profesionales que conocen a esos niños y niñas. 
Hace algunos cursos encontré la manera, junto a unas compañeras, de llevar a cabo una reflexión conjunta en torno a distintos aspectos que nos preocupaban o que simplemente queríamos tratar a fondo. Diría casi que los astros se alinearon, porque se dieron varios factores facilitadores: motivación para hacerlo, imprescindible, ser maestra del grupo de 1 a 2 años (13 de ratio es más abarcable que 20 para llevar a cabo observaciones apuradas), aulas contiguas con patio y espacio común compartido, cierta disponibilidad horaria (aprovechando muchas medias horas rascadas del tiempo de comer), y alguno más, seguro. Llenamos folios y folios de observaciones que después analizábamos y plasmábamos en una libreta a modo de interrogantes, líneas de actuación, modificaciones que creíamos oportunas... Debatíamos observando las imágenes tomadas de aquello que sucedía ante nuestros ojos y que pasábamos por alto... Fue una experiencia muy positiva, un gran aprendizaje, aumentó mi nivel de exigencia y de implicación en esta profesión. Pero qué difícil es llevar a cabo este trabajo en equipo cuando las condiciones no son favorables, sobretodo cuando no hay tiempo para coincidir y cuando las necesidades del grupo absorben toda tu energía hasta dejarte en los huesos. 
2) Quiero conservar esas historias de vida que observo diariamente, que me fascinan, que me afano por escribir en cualquier libreta y que se esfuman irremediablemente cuando descarto esas notas por no saber muy bien qué hacer con ellas. Dar visibilidad, importancia, valor, a lo que ocurre (muchas veces) en la intimidad del aula.

3) Siento que ocurren cosas maravillosas cada día frente a mí, descubrimientos, logros personales, nuevos matices en los juegos, diálogos, miradas. Y me gustaría poder transmitir estas escenas vividas a las familias, decirles que para mí esto es lo que importa, mucho más que los resultados que tantas de ellas esperan. 

4) Quiero conocer mejor a los niños y las niñas que forman mi grupo de clase para ofrecerles un acompañamiento, y preparar para ellos, un entorno, lo más adecuado posible.

5) Y otro motivo, muy mío, quiero entrar cada día en el aula con las ganas del investigador que espera encontrar un gran hallazgo

Por todos estos motivos, casi nada, creo que documentar me será útil. Ahora bien, también procuro ser un poco realista (lo justo) y no querer abarcar más de lo posible.

Poner las cosas fáciles

A veces pierdo mucho tiempo por no organizarme bien, o incluso por tonterías como tener la cámara sin batería.

Cámara de fotos siempre a punto
Para poder fotografiar y tomar nota de alguna conversación, que es mi meta actual. El tema cámara de fotos lo llevo muy al día: siempre está en su cajón y cargada, no acumulo muchas fotos y las carpetas las nombro con la fecha.

Libretas para notas
He usado libretas grapando unos cuantos folios reciclados, pero luego tengo muchas notas en varios sitios y me acabo liando, o desperdiciando ese valioso tiempo invertido, así que una libreta pequeña que me quepa en el delantal es para mí la opción perfecta. 

Siempre con los instrumentos listos 
Llevo delantal con bolsillos para cámara, libreta y boli. 

Hojas de observación
Uso las hojas de observación para organizar la información. Antes de la observación, para focalizar mi atención en un objetivo lo más concreto posible, para detectar el asunto que me preocupa o me interesa, para centrarme un poco, vaya. Posteriormente, me sirve para repasar las notas y organizarlas.

Ya sea en la libreta o en la hoja de observación o en caso de hacerlo en un folio suelto, siempre pongo fecha, situación de aula para contextualizar, adultos si es que no estoy sola, y niños y niñas (nº, algunos nombres).


Comparto una hoja sin rellenar por privacidad.

Izquierda
Observación: ¿Tres son multitud? 
¿Qué quiero observar? La relación entre A y B en distintas situaciones de juego. Concretamente, cómo reaccionan cuando un tercero se incorpora al juego.

Derecha
Fecha: lunes, XX/XX/XXXX
Espacio: aula /patio/sala...
Situación: propuesta en pequeño grupo con tal material, juego espacio X...
Niños y niñas presentes: grupo -D, E y F.

Tabla
¿Quién? ¿Con quién? ¿Dónde? Observaciones

Ahora, este tipo de tabla me funciona bastante bien, se trata de conseguir la que mejor recoja la información y resulte más práctica. Siempre mejorable.

Esta fase me motiva mucho, aunque es solo el punto de partida para llevar a cabo un trabajo de profundización y reflexión. Paso a paso.