Tirando de hilos
Dejé de reflexionar en el blog sobre las sesiones del Curso de Iniciación a la Educación Viva (ciev) por falta de tiempo, y lamento no haberlo hecho, porque ahora tendría unos apuntes geniales aquí para ir releyéndolos. Siempre salgo con la sensación de que ese tema tan interesante hubiese dado mucho más de sí, de que también me hubiese gustado hablar de esa otra cosa, y me da pena la cantidad de ideas que van apareciendo y que se tienen que ir aparcando o sería una locura tratar de desarrollarlas todas.
Pienso que dedicarse a la educación debería ser hacerse muchas preguntas y compartirlas y debatirlas y darles mil vueltas ¡y lo que haga falta!, para después reflexionar ya a nivel individual sobre ellas. En fin, un fluir constante, un ir creciendo a la vez que, junto a, con..., un ir actualizándose (como la tecla F5 del teclado que refresca la información, me encanta eso de refrescar, es muy sensitivo, es darle un soplo de aire fresco a lo ya existente. Y, a demás, me transmite alegría, como que apetece ese airecillo regenerador ;)).
No me explayo más, pero lo que quiero compartir hoy, que es el recurso más sencillo del mundo para explicar/representar/vivir/interpretar/jugar un cuento, es, en parte (no sé qué parte, espero que no me pidan derechos de autor indirectos) fruto de esta formación. Un curso cien por cien recomendado, yo lo conocí gracias a alguien muy entusiasmado que me animó a apuntarme y no se lo voy a poder agradecer suficiente. Para disfrutarlo y aprovecharlo a tope hay que ir con la mente abierta y ganas de cambiar, es mi opinión personal.
El cerdito pequeño
Siempre que veo a Juno jugar con los cerditos del Ikea me acuerdo de Jordi Mateu (el formador y pensador que me inspira tantos debates internos), un día que dijo que cuando explicas a un niño el cuento de los tres cerditos inmediatamente el niño sabe que él es el cerdito pequeño.
¡Los cuentos ofrecen tanto a los niños! No cualquier cuento, para qué engañarnos, es como eso de: que lea lo que sea pero que al menos lea. Vale, se entiende la expresión, pero lo que sea no es la etiqueta del champú... Después del inciso necesario, continúo: Los cuentos brindan la oportunidad de vivir otras vidas, conocer lugares, personajes, situaciones distintas, etc. Son un modo de enfrentarse a la realidad, a veces difícil de asimilar para un niño, aunque a los adultos nos cueste creer, porque en cierta manera existe la tendencia a adormecer la imaginación y huir de la fantasía, para los niños es mucho más fácil de entender que muchos aspectos de la vida pura y dura.
Me quedo con esta imagen del niño escuchando atento el cuento de Los tres cerditos (perdonad que insista con este cuento, creo que Jordi eligió muy bien el ejemplo) e identificándose con ese cerdito que es el más pequeño de los hermanos, o imagino a un niño escuchando el cuento de Caperucita Roja y cargando sobre el personaje del lobo todos sus miedos e inseguridades. Y me gusta la idea de que esos personajes no tengan rostro, que sea como en los libros que leemos, ¿quién no se ha decepcionado al ver el personaje interpretado por X actor en la versión cinematográfica de un libro?
La imaginación siempre es mejor, es más potente, porque la creamos nosotros mismos.
En Tabalet
Entonces, me surgió la idea de elaborar este recurso para el cuento de En Tabalet. En Tabalet es un conejito, viene a ser el cerdito con el que se identifica el niño, y su madre, que se llama Marieta Cuacurta, viven tan felices en su madriguera (que yo represento con esta caja en forma de barrilete) La caja fue la detonante de todo, lo confieso, es lo que se llama deformación profesional: ves una lata e imaginas un cubilete para meter cadenas y hacerlas sonar y rodar... o lo que pasa por tu cabeza cuando cae en tus manos un tapón, una pieza de gresite, por ejemplo, que se te ocurren infinidad de posibilidades, algo así. Me regalaron esta caja de madera y vi al conejito dentro automáticamente.
El cuento
Como todas las madres del mundo mundial, la coneja Marieta Cuacurta, sale a buscar alimento para su retoño día sí día también, y esto sí que es muy de cuento, en vez de llevárselo consigo, lo deja en casa con mil advertencias ¿os suena, a qué sí? Y como también acostumbra a suceder en los cuentos, si no nos quedamos sin moraleja, el pequeño protagonista obedece hasta que la tentación es muy grande, se salta la advertencia de sus mayores, y la lía.
Es un cuento que explico mucho en el aula y, sinceramente, no hay ninguna editorial que me guste como lo ha ilustrado, así que el cuento solo lo cogí prestado de la biblioteca para ver qué personajes aparecían y he decidido que me gustan más los que yo conozco, así que no le he hecho mucho caso.
Como veis en la imagen cada personaje está representado por una piedra, también son un regalo que me ha ido como anillo al dedo para este material. Es genial aprovechar, reciclar, usar cosas que me dan... Al haber dos piedras del mismo color, una grande y otra pequeña, ni a propósito para hacer de coneja e hijo; las otras piedras diferentes son los animales del bosque que quieren jugar con Tabalet: escarabajo, mariquita, ardilla y pájaro (por ejemplo), y la serpiente la he hecho de lana con un aparatillo de cuatro ganchos que le han regalado a Juno, y he intentado que quedase un poco desdibujada.
No digo de no ofrecer cuentos con imágenes, que conste, al contrario. Pero, ¿qué os parece combinarlos con cuentos en los que los personajes cada uno los imagine como le convenga? Así cada niño podría imaginar al lobo lo feroz que fuese capaz de tolerar, y adjudicaría papeles en función de sus necesidades... ¡Es una opción!