4ª jornada de Insólitas Miradas en Barcelona
La cultura del atelier, los lenguajes expresivos, manipulativos y plásticos en la educación de 0 6 años: la experiencia de las escuelas municipales infantiles de Reggio Emilia, Italia.
Por la tarde Marina Mori presentaba el proyecto de "exploración e investigación de un sujeto desde diferentes puntos de vista (las motivaciones, las predisposiciones de los contextos, el papel del adulto en diálogo con los niños y las niñas, la documentación visual, etc.)", llamado Las margaritas amarillas.
A mí esta parte de la jornada me cautivó totalmente por todo lo que se desprendía de las explicaciones de Marina, porqué escuchándola recreaba en mi mente el tipo de educadora que quiero llegar a ser.
Le margherite gialle
Este proyecto tiene lugar en la Scuola Comunalle dell'infancia Diana en Reggio Emilia (Italia). Y como todo proyecto parte del interés de los alumnos, pero también del maestro, puntualiza.
Nos dice que a través de él da testimonio de la creatividad que poseen los niños y niñas y de los Cien lenguajes de Loris Malaguzzi.
Me gustó mucho una idea que compartió Marina Mori, dijo que "vemos sólo lo que conocemos". Por lo tanto nuestra mirada está muy condicionada por nuestra cultura, nuestra familia, nuestro entorno, etc. Como apuntó ella, basada en estereotipos. ¡Vaya novedad! Sí, sé que es muy obvio, pero vale la pena pararse a pensar en ello para llegar a comprender muchas cosas que nos atañen. Cómo por ejemplo, ¿qué hacer para despertar el interés de los alumnos hacia aspectos que fuera de la escuela parecen no existir?. ¿Cómo conseguir que su mirada vaya más allá de lo que su entorno le pueda ofrecer?. ¿Cómo ayudarle a escapar de lo que la sociedad, sobretodo a través de los medios de comunicación, quieren que vea?... ¡Y también de lo que la escuela quiere que vea!
Ella pone el ejemplo de al mostrar una margarita que todos los niños acaben dibujando la misma margarita. Sucede continuamente, niños que dibujan lunas, caracoles, estrellas... que nada tienen que ver con la realidad y son a la vez prácticamente iguales!. Pero... ¿los han visto?, ¿los han mirado de veras, con interés, con ganas de conocerlos?
Después de esto, os podéis imaginar el siguiente paso de este proyecto: ¡salir a ver a las margaritas!. Bueno mucho más, la maestra nos habla de salir a conocer a las margaritas (con todo lo que ello implica). ¿Os imagináis que tipo de educación se vislumbra de estos gestos, de esta manera de proceder? Encuentro que de este modo educamos a seres respetuosos, tolerantes, sensibles, abiertos al mundo...
Cuando iniciaron este proyecto, a modo de provocación, mostraron a los padres una imagen estereotipada de margarita, la que dibujamos sin prestar ninguna atención a la pobre flor, con la que la convertimos en un objeto inerte, sin ninguna esencia. El mensaje es claro: es lo que conseguimos si enseñamos a ver el mundo a partir de estereotipos.
Me encantó ver con qué entusiasmo, como si lo acabase de vivir, Marina nos explicaba los comentarios de los alumnos, sus descubrimientos, sus diálogos, sus preguntas.
Marina hizo referencia al papel del educador, del adulto, y dijo una frase que me la quedo para siempre: intervenir de manera no invasora. Si hacemos autocrítica todas las personas que nos dedicamos a la educación, pensemos en qué momentos nuestra intervención es invasora, localicemos estos momentos, estas conductas, y empecemos a desecharlos. Hagamos realidad esas palabras con las que nos llenamos la boca: autonomía, protagonista de su aprendizaje, agente activo (hasta sus nombres suenan más a manual que a realidad).
¿Cuántas veces no hemos destapado una sorpresa increíble anticipándonos?, ¿cuántas veces no hemos desoído sus palabras por no prestar suficiente atención? Podría hacer una lista bien larga, quizás estaría bien que cada educador/a hagamos la nuestra y que preguntemos a un colega que nos ve trabajar qué opina al respecto. No tengamos miedo a detectar o a oír nuestros errores, sólo a partir de su conocimiento los podremos superar!
Como bien dice Marina nuestro papel es el de construir ocasiones para que el niño y la niña puedan indagar autónomamente.
P.D.: No he olvidado el proyecto de Anna Albert sobre el placer de pintar, contextualizado en la escuela El Martinet de Ripollet, para una tercera parte.
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