El encanto de lo cotidiano
Presenciar, si es posible participar, de la cotidianidad es lo que más me gusta de viajar y de conocer a nuevas personas. La mochila en mano y las Guest House situadas en todo el meollo son una buena opción para conseguirlo.
Respirar ese aire denso y cálido que nos da brillo en la piel, que nos vuelve un poco más pegajosos y humanos, que nos iguala y nos despierta la sed, la sed que nos lleva a los bares, templo de las relaciones sociales y de las buenas conversaciones.
Y perder poco a poco los miedos infundados o tal vez muy ciertos (al fin que más da), mientras nos hacemos inmunes con las manos sucias de tocarlo todo, y algunos rasguños de sentir más nuestra la ciudad que pateamos.
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