La contradicción. Antónimos que se necesitan, que conviven en armonía. El caos a menudo rompe, ordena y reinicia mi pequeño mundo (que ya es un poco más grande).
La Navidad siempre me sacude un poco, me alborota y me aturde, para después dejarme empezar de nuevo. Y volver a ese camino, más o menos sereno. Vuelve también la mirada sutil, la que diluye en acuarela las escenas cotidianas, los tonos pastel, los trazos difuminados... Esa mirada que acaricia y tiene la suavidad de una pluma flotando en el ambiente. Esa mirada vuelve siempre, pero ahora solo veo exceso y explosión de color. La eterna dicotomía que vive en mí.
Retales de Navidad
Juno con los dos vestidos de Santa Claus que le han regalado; reconozco que está muy divertida con ellos, aunque lo sentimos Santa, nosotros no te vamos a recibir en casa.
Sin duda ha sido la conversación que más se ha repetido entre Miguel y yo últimamente: el exceso de regalos que reciben muchos niños y niñas y, que desde nuestro punto de vista, no les hacen ningún bien. Hemos transmitido nuestras reflexiones a los familiares más cercanos. Además, les hemos repetido que el valor económico del regalo nos trae sin cuidado, y nos hemos dado cuenta de que la asociación más dinero-mejor regalo está demasiado incrustada en nuestras mentes... Pero este tema merece una reflexión más amplia y razonada, que haré, ¡por supuesto! De momento unas cuantas fotos echadas en estos días...
Juno en el sofá con su tía, mientras yo ayudo en los preparativos familiares
Preparados para la Nochebuena
Nochebuena con mis primas (y demás jajjaa!!)
San Esteban tranquilito
Fin de año
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