¡¡Buenos días!!
Sé que muchos de los que me estáis leyendo ya estáis con un pie en vuestro destino vacacional, debe ser así, o no entiendo como no hemos encontrado ni un hotel medio decente en ninguna de las ciudades que hemos estado considerando para salir unos días... Llenazo total en prácticamente todo el país, no me lo esperaba, la verdad :(
Yo estoy en casita aún, y he madrugado para prepararme una formación chulísima que me han propuesto, y que me viene tan como anillo al dedo, que me sobran las ideas, porque tengo la sensación de haberla hecho ya, solo que para mi compañera de aula o alguna otra persona que tiene la paciencia de escucharme cuando me da por replanteármelo todo. ¡Estoy encantadísima! Es otro de los motivos por los que tengo un poco abandonado el blog, el primero es Juno, para qué decir lo contrario. Me tiene muy entretenida :) Y me da penilla espaciar tanto las entradas, no es por falta de ganas de sentarme a "hablar" un rato.
Las pescadoras |
Esta semana me traje bastantes joyitas de la biblioteca; cada semana voy un par de veces aunque solo sea a hojear revistas, buscar algún libro de mi lista, pasar un rato en el espacio infantil... Con motivo de Sant Jordi, en la biblioteca de mi pueblo han montado un rincón con un montón de lecturas sobre la leyenda, los dragones, la primavera... Para mí, el único inconveniente es que lo han hecho a ras de suelo y a Juno una fuerza poderosa la lleva a querer pisar los libros todo el rato!
Cuando asistí a la escuela de verano de Rosa Sensat al curso sobre escuela lenta que impartían Penny Ritscher y Gianfranco Staccioli, recuerdo que en cada sesión venían con unos cuantos libros bajo el brazo. Penny exclamó un día preocupada que cómo podía ser que tuviésemos a nuestro alcance, de manera totalmente accesible y gratuita, la oportunidad de tomar prestados ejemplares preciosos y encontrarse la biblioteca prácticamente vacía. Ahí lo dejo, como ratoncillo de biblioteca yo me iría a vivir al lado de una, pero opino igual que ella.
Y si hoy escribo esta entrada es, en parte, porque sigo viendo el tipo de cuentos que se les ofrecen a los niños y las niñas de mi entorno, y los que nos regalan a nosotros, sin ir más lejos. Distan mucho de tener una pizca de valor artístico, una buena historia y bien narrada, un poquito de calidad, vaya. Existiendo ilustradores tan potentes que se dedican al álbum ilustrado infantil, no lo entiendo... Y sé que cuando hablamos de arte puede existir cierta controversia y lo que para mí es maravilloso puede no serlo para otra persona, pero dentro de la calidad hay una variedad impresionante y la mirada se educa desde la infancia.
Álbumes ilustrados para niños y niñas que en un futuro deseamos que sean adultos sensibles a la belleza, críticos con lo que leen y miran, y sobretodo curiosos.
Las pescadoras (Kalandraka)
Feliz (Fondo de cultura económica)
La duda (Libros del zorro rojo)
El pez rojo (Factoria K de libros, Kalandraka)
Hilo sin fin (Joventut)
La manzana (Corimbo)
Las chicas
Yo acabé de leer un libro que parecía perseguirme, así que me dejé atrapar y lo devoré en un par de días, y lo he recomendado porque me ha gustado bastante. Las Chicas, de Emma Cline. En algunos aspectos me he sentido identificada con Evie, la protagonista. Además, lo que más me ha enganchado del libro, es la acción que va desencadenando, los anticipos que la autora deja caer para que vayas presintiendo el final; de modo que quieres llegar a él todo el rato y esto hace que la lectura sea trepidante.
Al acabarlo, fui a buscar algún otro libro para seguir con este ritmo de lectura y, en este caso, él me encontró a mí: La rabia, de Lolita Bosch, creo que vino solito a mis manos, y lo hizo en un momento en el que estoy pensando mucho sobre el tema que trata: el builling. A pocas páginas del final, confieso que me gusta más lo que cuenta que cómo lo cuenta, tal vez sea una lectura destinada a adolescentes y noto ese salto generacional, pero estoy aprendiendo mucho de él, ¡también lo recomiendo!
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