En la jornada Recreant una de las ponentes abordó el tema de como los medios visuales transmiten una idea de adolescencia, de amor, etc. poco real. Nos mostró unos cuantos spots publicitarios en los que aparecían gente guapa, súper-feliz, súper-correcta y todos los súper que se puedan imaginar. Y nos enseñó una de las obras de la artista Dina Goldstein de su colección Fallen Pincesses (echad un vistazo, vale la pena).
¿Siempre se cumple aquello de ...y comieron perdices?
¿Todas estas princesas preciosas tuvieron un final feliz al lado de su príncipe azul y en un mundo ideal?
Disney es como un carrito de helados delante de un colegio (¿aún hay de esto?), ¡es un atrapa niños! Con sus personajes idealizados, sus canciones rebosantes de buenas intenciones: amor, amistad, felicidad... Aunque Sabina le cantara a una Princesa un poco desmejorada, parece que la mega-empresa tiene el copyright de la palabra, y es que es oírla y pensar en Blancanieves, Cenicienta, Bella, Ariel... Se las han robado por completo a sus autores originales y las han convertido en icono de ese mundo ideal que solo existe en la pantalla.
Un mundo que, además, separa y diferencia claramente por géneros. Y se ceba especialmente con el género femenino, con una idea concreta de femenino, que (por suerte) muchas veces poco tiene que ver con la realidad; gran mérito teniendo en cuenta la gran presión que ejerce el modelo impuesto por la marca.
¿Qué nos pasa con las princesas?
¿Por qué todos los personajes Disney o lo son o llegan a serlo?
Ni princesas ni guerreras, ¿qué tal si hablamos de personas? Y las personas que tienen una vida real en este mundo pasan por las etapas feas de acné, pelo velcro, transición, estudian y no siempre con magníficos resultados, van a la compra, se aburren, tienen amigos imperfectos, como imperfectos somos todos, meten la pata, trabajan en todo tipo de empleos...
No vamos a negar que existen las princesas (y que son una minoría aplastante), cuando voy a cortarme el pelo a la peluquería las veo en las revistas, visten ropa cara, aparentan ser más correctas, más felices y más listas de lo que son... ahí me he colado, no pretenden ser más listas, no es importante, tienen un título y un estatus, qué más da lo demás. Y luego va Disney y les da una capita de rosa chicle brillante, las espolvorea con un poquito de purpurina, les estrecha la cinturita hasta que queda en un puño, las estiliza por aquí, las redondea por allá, melenón al canto y sonrisa profidén (¿o digo Vitaldent?, vaya con estos...). Parece un tutorial: cómo fabricar una princesa Disney, y acabo de descubrir que hasta eso han inventado, ¡son unos hachas estos de Disney!
Y a mí, que me pierde mi tendencia reflexiva, me preocupa la presencia que tiene en el mundo infantil. A parte de su indiscutible éxito cinematográfico, deben ser las películas más vistas en la infancia, no se queda ahí, que no es poco, por si alguien escapa de las garras de sus películas, esta mega-compañía le intentará atrapar con sus infinitos productos comerciales: ropa, juguetes, complementos, artículos de papelería, decoración... Llega a tal extremo, que todo cuanto toca un niño puede contener la marca Disney, desde una galleta hasta la colcha de su cama.
¿Solo a mí me preocupa esto? Bueno, tal vez sí, a mí y a cuatro raritos más... Toda esta iconografía está ofreciendo unos modelos, unos referentes, una manera de pensar: "quiero ser bonita para encontrar un príncipe que me salve y vivir en un palacio", y todo esto lo conseguiré "siendo sumisa, callada y gracias a un vestido la mar de ponible". Pero no te confundas, aunque la belleza está sobrevalorada en cada uno de sus personajes protagonistas, y en su merchandising, luego van y dicen que la belleza está en el interior en cuatro cancioncillas y todo arreglado!
No es por ponerme en plan crítico, pero tal vez no sea la mejor opción para ofrecer en escuelas, bibliotecas, centros culturales, etc. Luego ya en casa cada cual que haga lo que le venga en gana... Después nos extrañamos que todas las niñas quieran vestir como princesas y sea el disfraz más ansiado (¿os habéis fijado que ya entonces hay escasez de príncipes?).
Esta reflexión daría para mucho mucho más. No puedo cambiar el mundo, las princesas Disney van a estar ahí, al acecho, durante toda la infancia de Juno, por eso tendré que ofrecerle otros referentes, para que no sean la única opción.
Para seguir reflexionando:
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