domingo, 2 de diciembre de 2018

SEGUIR

Qué difícil volver a escribir tras un parón. ¡No debería de haber dejado pasar tanto tiempo! Bueno, con haber publicado las 5 o 6 entradas inacabadas hubiese bastado para no tener esta sensación de ¿por dónde empiezo?, ¿cómo sigue esto? Eran entradas de esas que me sirven de álbum de familia, alguna reflexión demasiado superficial pero como anécdota, como hilo suelto para dejar por aquí, aceptable. Tengo tantas cosas que compartir: tantos libros que me han tocado, tantas películas, lugares, pensamientos... Muchas cosas caerán en el olvido y me da pena porque siempre que busco algo acudo al blog y eso que es una locura encontrar nada con mi tendencia al batiburrillo. Es mi cajón de la entradita, por mucho que trato de poner orden no lo consigo.
Si alguien sigue por aquí... mejor dicho, tú que sigues aquí, te mando un beso enorme. Aunque cuando escribo lo hago para mí, me encanta que me digáis que me habéis leído, siento como si compartiéramos un secreto. Y siempre hay alguien a quien le ha servido una experiencia, un libro, un viaje, una formación, algo, así que misión cumplida.  

He tenido un periodo complicado y no he podido hablar hasta sentir que se está acabando, eso creo, que se está acabando ya. Pero soy cauta. La mente nunca sabes por donde va a escapar, porque mi problema no era más que la culpa y la culpa por sentirme culpable. Doble culpa. ¡Si no me pasa nada grave! Tengo un hogar, un trabajo que me apasiona, amor, amigos, una hija deseadísima, familia, por fin algo de tiempo para leer (gracias a que voy al trabajo en tren), muchas aficiones... ¿De qué me quejo?

"Lo que me siento es en parte desbordada de tanto cuadrar horarios, priorizar, exigirme, culparme, excusarme, dejar de hacer, hacer..."

Estas son las únicas palabras sobre cómo me siento que he escrito en meses, y no son nada concisas, son casi una excusa, una trampa para no darme cuenta de lo que realmente me está pasando. Entonces, un día hablando con una amiga me sorprendo explicándole que me siento mal desde el aborto, no por el aborto en sí, sino ante la posibilidad de no volver a tener hijos, posibilidad que cada vez tengo más presente. Que justo cambio de escuela en un momento emocional muy delicado y me siento desprotegida, aunque nunca me ha costado incorporarme a un grupo nuevo, y esta vez me está resultando igual de fácil, me falta el apoyo incondicional que solo te da alguien que te quiere, alguien que te conoce bien. Y empezar un proyecto nuevo haciendo reducción de jornada es como ir pidiendo perdón constantemente por no dedicar más tiempo físico, al final dedico mucho tiempo fuera de horario pero sintiendo que lo debo, que aún debería hacer más. Y la gran culpa de no haber podido acompañar a Juno en sus primeros días de escuela, lo que daba por supuesto, ya que si el embarazo hubiese prosperado me coincidía con la baja maternal. Nada del otro mundo si me hubiese pillado en un momento fuerte, pero por dentro tenía un nudo que no sabía cómo manejar. Y, lo de siempre, sigues hacia adelante, los buenos ratos lo compensan todo, te olvidas incluso de que algo te hace run run por dentro, y un día por una tontería te da una llorera, o te enfadas exageradamente, o tienes ganas de romper cosas y te contienes con dolor por no saber qué hacer con esa rabia...


Gracias a las personas que por casualidad me han dado la confianza y las ganas de soltarme, yo que tiendo a ser distante, que no me permito sentirme mal, que no pido ayuda, que soy la fuerte. Gracias.

Espero seguir escribiendo y compartiendo mi amalgama de historias y cosas, ya he roto el hielo :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si me has leído me encantará saber qué piensas