Buenas noches, hasta hace un momento llovía con ganas y el ruido de la lluvia me encanta para escribir, como ya me estaba rondando en la cabeza hacía rato el tema que a continuación podéis leer, ha sido sentarme frente al ordenador y poner el piloto automático. Ya es viernes, y hoy más que nunca, digo aquello de ¡por fin es viernes! porque ha sido una semana intensa y agotadora.
Ya lo decía esa persona tan lista... cuyo nombre no recuerdo jejje!! La perfección no existe y las vidas perfectas tampoco. Yo soy más de creer que en todas partes cuecen habas y en mi casa a calderadas. Por eso, cuando me pintan todo color de rosa se me frunce el ceño casi sin darme cuenta, mmm... algo no me cuadra.
Esta semana di, por casualidad, con una instagramer que con mucha gracia parodiaba las vidas perfectas de esta especie de divas y divos, tan tan estupendos en todo, que van al gimnasio con estilismos hipercuidados y pelo Pantene, que viven en casas que bien podrían ser estancias de hotel de cinco estrellas, que tienen cocinas que las de exposición de Ikea no les llegan ni a la suela de los zapatos, con libros y plantas y galletas recién hechas (libros y plantas!!!) y que posan como si estuviesen rodando un anuncio televisivo.
No hablo de fotos de estudio, de esas en las que intencionadamente se cuida hasta el último detalle, aunque a mí me gusten más las fotos de vida, ¡para gustos los colores! Me refiero a las que pretenden "vender" que la cotidianidad es, por ejemplo, desayunar en familia antes de ir al trabajo en una mesa en la cada plato de comida es una obra de arte. Que no digo yo que un día te salga una foto divina, porque a veces pasa, me refiero a cuando todo siempre se ve tan estudiado e irreal.
Con la maternidad, la cabra tira pal monte y yo todo me lo llevo a mi terreno como podéis ver, este tipo de mensajes pienso que son un peligro. Hace algo más de tiempo vi otra foto instagramera de una de tantas mamás perfectas (el 99% son mujeres) que pululan por ahí, en la que decía que su bebé había empezado a comer entero y blablabla... En la foto todo eran incoherencias, pero el conjunto daba una sensación de página de catálogo de la revista VOGUE home (si es que existe) que hasta producía cierto deslumbramiento. Se trataba de una más de esas escenas imposibles que tanto daño hacen a madres que en sus vidas reales (con sus inseguridades y sus presiones) creen que algo así verdaderamente existe.
Os describo la foto: aparecía un bebé de 5 o 6 meses con ropa que había estrenado aquél día y que no destacaba por su funcionalidad, sentado por un adulto en una postura que no había logrado por sí mismo y en la estaba visiblemente estático, sobre una alfombra de pelo color... venga que esta es buena: ¡blanco inmaculado! Comiéndose un aguacate. Yo he visto a miles de niños comiendo fruta y os juro que ese niño no estaba comiendo, habían puesto pegotes de aguacate en lugares estratégicos para tomar la fotaza.
Que os voy a contar madres autoexigentes y experfeccionistas, como yo, como cambia la historia cuando tus prioridades son en primer lugar, tu hijo, en segundo lugar, tu hijo, y en tercer lugar, tu hijo también. No creáis a estas madres 10 que fotografían su falso día a día donde nada es muy coherente, ni práctico, ni espontáneo. Sus hijos también se ensucian, se despeinan, desordenan, se mueven... aunque no lo parezca.
Mirad, nosotros desde que vivimos juntos, y gracias a tener un mini-piso, hemos tendido al orden y la limpieza, incluso en exceso. Los dos trabajamos a jornada completa, tenemos hobbies, formaciones... y nadie que nos friegue un plato. Pues desde que Juno tiene unos seis meses, hemos dejado de intentar que el piso esté perfecto, no es saludable, ante todo es un hogar y en un hogar se vive, se toca, se trastea... Ha tenido que venir Juno a mostrarnos una evidencia, ¡a veces nos complicamos la vida de una manera!
Las paredes tienen marcas que antes eran impensables y hay siempre algún juguete perdido por ahí y que aparece cuando retiras un mueble. Hemos puesto fundas a los cojines del asiento del sofá (las cosí yo misma cuando tenía más tiempo), Juno ha roto la tele, y no porque dejemos que juegue con ella, ha sido un daño colateral. La bañera ahora tiene antideslizantes, en la cocina siempre hay baberos y muselinas medio sucias...
En fin... cada vez más lejos de la perfección y más feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si me has leído me encantará saber qué piensas