¿No os pasa que veces cuando alguno de tus amigos de facebook comparten alguna frase y no estás para nada de acuerdo no dices nada? Piensas que tal vez seas tu, que eres muy sensible ante ciertos temas...
maltatoday.com |
"mi madre me dio alguna que otra bofetada de pequeño y gracias a ello desarrollé un trauma que se llama respeto a los demás".
Entonces todos los que también han recibido algún cachete, colleja, tortazo, pellizco, empujón, zarandeo, etc., y se sienten sanísimos psicológicamente, se añaden a quitarle importancia al asunto. No importa lo incoherente de la afirmación. Algunos incluso tratarán igual a sus hijos, porque muchas veces reproducimos lo que hemos vivido sin pararnos a reflexionar sobre ello. Y puede ser que para muchos no suponga un trauma, que no afecte a la relación con sus padres y con las demás personas... Pero desarrollar respeto, perdonad que lo dude mucho.
Yo misma conozco a madres muy sueltas con la zapatilla (por seguir con el ejemplo de la frase), madres de otra generación, debo aclarar, aunque ahora también las habrá. No voy a entrar en si sus hijos están traumatizados o no, lo que tengo claro es que la zapatilla no es la solución. Cualquier tipo de violencia solo puede generar violencia, frustración, tristeza, rabia... Conseguir obediencia causando miedo. ¿Por qué usar un método que no aporta nada bueno?
Si la familia somos el principal modelo de conducta, sobretodo durante los primeros años, ¿qué les estamos transmitiendo a nuestros hijos cuando ejercemos violencia sobre ellos?
A ellos precisamente, que son las personas a las que queremos, cuidamos y debemos proteger: que la violencia es válida. Por leve que sea; porque trazar una línea entre leve, moderado, fuerte... es muy relativo (y además, ¿hace falta, si se puede evitar?). Entonces no debería extrañarnos que la utilicen cuando algo no les guste, no les salga como quieren, cuando alguien no actué como desean o algo les moleste, que la ejerzan incluso con las personas a las que aman.
No necesito motivos para descartar cualquier tipo de violencia hacia las personas, más hacia un hijo o hija, no es el tipo de relación que quiero tener con la persona más importante de mi vida.
Y me da pena que se tache de exagerado a quien critica esta forma de proceder, en vez de realizar un ejercicio de autocrítica. Creo que es debido a que la violencia está demasiado presente en nuestra sociedad, existe una tendencia a la agresividad (incluyo todo tipo de agresividad: verbal y física) que nos sale cuando alguien nos corta el paso al volante, cuando se nos cuelan en la cola del super, cuando nos critican... A pasado a formar parte de nuestra cotidianidad.
Todos conocemos a alguna persona de las que cuando hablan parece que te vayan a partir la cara, pueden tener un fondo estupendo, pero prefiero que lo tengan lejos de mí. Y a veces lo hacen sin estar especialmente molestos, es como si arrastraran una rabia, un estar enfadado con el mundo, o simplemente se hubieran construido una coraza. Demasiadas veces presenciamos como estas personas, que en su vocabulario incluyen un buen repertorio de insultos y su tono de voz es de los que no necesitan megáfono, hablan a su pareja e hijos, y francamente no sé cuál es nuestra responsabilidad ante situaciones así.
En nuestro día a día convivimos con la agresividad ajena, pero también con la autogestión y regulación de la propia. A veces la impotencia o la frustración ante un suceso nos hace perder los nervios, enfadarnos desproporcionadamente. He necesitado ser madre para darme cuenta de que necesitaba cambiar mi actitud en algunas situaciones: no siempre somos conscientes.
Por si esto fuera poco, ciertos canales de televisión, y en determinados programas, la violencia es una forma de comunicación, sinónimo de mayor audiencia, de morbo.
Todos conocemos a alguna persona de las que cuando hablan parece que te vayan a partir la cara, pueden tener un fondo estupendo, pero prefiero que lo tengan lejos de mí. Y a veces lo hacen sin estar especialmente molestos, es como si arrastraran una rabia, un estar enfadado con el mundo, o simplemente se hubieran construido una coraza. Demasiadas veces presenciamos como estas personas, que en su vocabulario incluyen un buen repertorio de insultos y su tono de voz es de los que no necesitan megáfono, hablan a su pareja e hijos, y francamente no sé cuál es nuestra responsabilidad ante situaciones así.
En nuestro día a día convivimos con la agresividad ajena, pero también con la autogestión y regulación de la propia. A veces la impotencia o la frustración ante un suceso nos hace perder los nervios, enfadarnos desproporcionadamente. He necesitado ser madre para darme cuenta de que necesitaba cambiar mi actitud en algunas situaciones: no siempre somos conscientes.
Por si esto fuera poco, ciertos canales de televisión, y en determinados programas, la violencia es una forma de comunicación, sinónimo de mayor audiencia, de morbo.
Podríamos empezar por dejar de consumir violencia, es solo una sugerencia.
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