¿Qué me pasa últimamente que no consigo acabar una entrada? Ya sé que no hay obligación, que si escribo por aquí es porque quiero y tengo mucho tiempo libre (jejjej, ojalá, es puro vicio. ¡Qué esto engancha más que la Ferrante!); el caso es que llevo un verano incompatible con sentarme al ordenador, y eso que cada dos por tres me ataca una idea y la aplasto sobre un papel pensando: esto ya lo desarrollaré con más calma en el blog.
Antes de vacaciones traté de empezar un post sobre las precauciones para viajar al trópico con niños, con la intención de compartir todos los consejos profesionales que yo había recibido. Nada, que nos fuimos a Bali sin tenerla acabada, y ahí sigue. Tras unas cuantas jornadas de parques, piscinas, museos, bibliotecas, etc., etc., quería escribir sobre las experiencias significativas que tratamos de ofrecer a nuestros hijos, pero desde un punto de vista crítico y poniendo un poco el freno a esta tendencia a querer abarcar tanto. Con lo inspirada que empecé a escribir y después fue releer antes de publicar y ver fallos por todas partes. Otra entrada que se queda en el tintero. Me vino a la cabeza una reflexión sobre familia-escuela, desde una perspectiva que no había tocado hasta ahora: demasiado profunda para ponerme en serio entre baño y baño piscinero. Una más a la lista de borradores. Ah, por supuesto quería hacer autocrítica en base a un comentario de Gino, hablaros del último excelente artículo de Gino, de los cursos que impartirá esta escuela de otoño en Rosa Sensat... ¡Y nada!
Y después, está el libro que leo poco a poco anotando, releyendo, debatiendo, volviendo a releer... Ni princesas ni piratas, del que me gustaría escribir mucho y bien, pero aún le tengo que dedicar bastante tiempo. Así que vamos por partes:
Para los que pasáis de Instagram os diré los artículos que estado leyendo de la Revista In-fàn-cia. Educar de 0 a 6 años.
Nº 202, página 10: Sobre la importancia del nombre del niño o de la niña.
"El niño y la niña tienen derecho desde su nacimiento a un nombre..."
(Principio 3 de la Declaración de los Derechos del Niño).
En la primera reunión de familias acostumbro a pedir cada una que comparta con el resto, si le apetece, el porqué de la elección del nombre de su hijo. Es una excusa para romper el hielo, es un modo de conocer un poco más a cada familia (y de que ellas se conozcan entre sí). Sus respuestas siempre resultan ser una valiosa información.
Nº 212, página 21: Un artículo de Marion Tielmann sobre el arte de educar.
"Los niños han de ver en nosotros, los adultos, una capacidad de sorprendernos que debemos redescubrir; (...) Se trata de que recuperemos nuestra capacidad de maravillarnos y que nosotros disfrutemos de las sensaciones que se desprenden". Loris Malaguzzi, 1985
Nº 214, página 37: Myrtha Chokler sobre control de esfínteres.
"No requiere un entrenamiento, y menos un condicionamiento, ni una enseñanza especial repleta de recompensas y castigos..."
"Es necesario un nivel importante de organización del esquema corporal y de aceptación de los propios cambios, de seguridad en sí mismo y en el otro y en el ambiente y la consiguiente disminución del miedo a la pérdida".
Nº 216, página 7: Mara Davoli sobre creatividad.
No os perdáis su formación Arte y pedagogía en diálogo, es un placer absorber un poco de tanto conocimiento.
Nº 217, página 25 el genial artículo de Gino Ferri sobre educación emocional.
Este artículo, que he leído y recomendado a tantas compañeras, merece que lo comente con más calma porque estamos en un boom de la educación emocional y como las modas, a menudo se siguen sin mucho sentido critico, justamente lo que le sobra a Gino.
Este artículo, que he leído y recomendado a tantas compañeras, merece que lo comente con más calma porque estamos en un boom de la educación emocional y como las modas, a menudo se siguen sin mucho sentido critico, justamente lo que le sobra a Gino.
Entre lecturas sobre educación ya voy por el tercer libro de la cuatrilogía de Elena Ferrante: La amiga estupenda, Un mal nombre, y ahora mismo leyendo Las deudas del cuerpo.
Y acabo de inscribirme a uno de los cursos de la escuela de otoño solo para empaparme más de las buenas reflexiones de Gino, porque tenía claro que quería asistir a un curso suyo mucho antes si quiera de saber que tendría varias opciones. Incluso antes de alucinar con los magníficos formadores que forman la esta escuela de otoño: Mara Davoli, Marion Tielmann, David Castillo, mi adorada Angeleta Bosch... ¡No puedo asistir a todos!
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